Quemar o no quemar…
las naves
(De la serie Energías que mueven al mundo).
sariol@enet.cu
La frase original, atribuida según algunos a
Hernán Cortés —o de la autoría de Alejandro Magno, cuentan otros—, es más que
gráfica. Ante la alternativa de retroceder o seguir adelante, algunos prefieren
lo drástico.
La obtención de energía mediante fuentes
renovables cada vez encuentra alternativas, entre más futuristas, más
atractivas. La biomasa es un ejemplo de Santo Grial, mezcla de objetivo supremo
sobre bases antiguas: carbonizar, abrasar, incendiar, incinerar. En el
propósito de quemar, algunos habrá que no sepan dónde está lo futurista y dónde
lo arcaico.
La sostenibilidad se gana en el presente*. Y uno de los límenes está en la
obtención de energía mediante fuentes renovables.
Unos cuantos en Cuba tienen la percepción de que eso es posible —y
probable— solo a partir del concepto de desarrollo local. Asumen que esto depende
de la capacidad de gestión —y decisión— de los gobiernos de base y las posibilidades
de cada territorio. Y en todo caso, si —y solo si— se procede con total participación
ciudadana.
Sobre todo si en el debate de científicos, tecnólogos y
decisores políticos, la controversia anda muchas veces centrada no en la
implicación social del cambio, sino en lo que —acudiendo una y otra vez a la
argumentación tecnocientífica— es más moderno, «de punta» en términos arte factuales;
más atractivo en su relación económica gasto/beneficio; o rinde más, de forma
inmediata.
Con frecuencia
cargan la mano con un discurso triunfalista sobre bondades en lo ecológico,
sobre viabilidad, eficiencia operacional y probable eficacia en los resultados.
Extremos que se tocan
Pensemos
en dos casos curiosos.
Una
de las últimas tendencias mira al mar. Pero la idea va más allá del vaivén de
las mareas. Ahora centran el foco en las microalgas. Cada vez son más los
expertos que las ponderan como probable biomasa: alta productividad, bajos
requerimientos de condiciones de cultivo y nutrientes y gran capacidad de fijar
el CO2.
No
pocos comienzan a hablar de la plataforma insular cubana como un enorme
«pastizal» de tales microalgas, con elevado potencial de especies, sol en gran
parte del año, ideal para un rápido crecimiento y por la misma razón menor
costo de producción.
En
la ya larga lista de fuentes renovables, algunos las incluyen y las etiquetan
como la Tercera Generación de Biocombustibles.
El entusiasmo sortea
con advertencias que dan cuenta de estudios insuficientes[1] sobre géneros y especies sin descripciones, claves o ilustraciones,
cuestión cardinal para conocer a fondo la flora marina. O desoye las alertas
sobre los efectos del cambio climáticos en la
zona costera cubana.[2]
Por
otra parte, la cogeneración de energía eléctrica resultado de la producción de
azúcar de caña, es una alternativa desde la época en que los Complejos
Agroindustriales (CAI) se llamaban centrales o sencillamente «ingenios». A mediados del
siglo XX unos cuantos habían dado propuestas[3] para usar el bagazo como
fuente de energía.
Con
el poder de tecnologías más modernas se obviaron muchas alternativas. En el
enroque de nuevas percepciones y aplicaciones tecnológicas, el fenómeno parece
ser, en esencia, el mismo: la vuelta a los antiguos saberes.
El principal
cultivo del país sigue siendo la caña de azúcar y la agroindustria azucarera en
Cuba deviene, en potencia, la gestora más importante de fuente renovable de
energía. De hecho, según expertos[4],
constituye el segundo productor de electricidad en el país.
La cantidad
de bagazo, resultante de la molienda y de los residuos agrícolas cañeros (rac),
consecuencia del corte, es enorme. Este material representa el 30% de los
tallos verdes molidos.
Por cada
hectárea cosechada es posible obtener anualmente 13,5 toneladas de bagazo,
equivalentes a 2,7 de combustibles (tce). En una zafra promedio en Cuba se
pueden producir 70 millones de toneladas de caña (tallos verdes), que
representan 21 millones de de bagazo, equivalentes a 4,2 millones de tce.
El bagazo
constituye la principal fuente de energía en la producción de azúcar, en cuyo proceso
—cocción y posterior concentración del jugo extraído a la caña durante su
molida—, se consumen 500 kg de vapor y 21 kilowatts/hora por tonelada de caña
molida.
Un estudio afirma
que el aumento de la eficiencia en la producción de electricidad en la
industria azucarera permitiría cubrir una parte importante de la actualmente generada
en las centrales termoeléctricas[5].
Hoy es bajo el aprovechamiento de la capacidad
instalada y demasiada la obsolescencia tecnológica en la base energética de la
industria.
Algunos
expertos objetan utilizar más del 20% de rac ante
afectaciones a las calderas por la presencia de cloro y su efecto sobre la corrosión.
Hay dudas sobre la cantidad existente en las hojas verdes, en las hojas secas,
en el cogollo y cuáles podrían ser las medidas para disminuirlo o eliminarlo.
Investigaciones faltan.
Hay
quien sueña con algas. Hay quien se empeña con la gestión de la biomasa
resultante de la cosecha de arroz.
Todo
es posible. Cada cual en su entorno.
No
hay que quemar… las naves.
* ver Decálogo del pesimista, disponible en este mismo blog
RECUADRO
Los residuos agrícolas cañeros
(rac) incluyen el cogollo (parte superior de la planta: 30%), hojas secas: 30% y hojas verdes: 40%. En Cuba la caña se cosecha un 70% por medio de máquinas que reintegran
el 50% de los rac
al campo, como fertilizante biológico. Luego se separa el 50% de los residuos agrícolas que
traen del campo en centros de acopio. Como promedio es posible recolectar
3,75 toneladas de rac por hectárea de caña cosechada, equivalentes a 0,62 de tce. El uso de los rac como
combustible depende ante todo de la posibilidad técnica de su recolección,
compactación y conservación durante un tiempo prolongado. Hoy es un tema
pendiente.
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[1]NOTA CIENTIFICA. ADICIONES A LAS ALGAS
MARINAS DE CUBA.
Ángel Moreira , Ana M. Suárez y Rubén
Cabrera 2
[2]“El Cambio Climático y la zona costera
cubana. Nuestros científicos alertan”.
Disponible
en http://www.medioambiente.cu/cambioclimatico.pdf
[3] Santiago Martín, un canario afincado
en Cuba, fue uno de los defensores del uso del bagazo para producir energía.
[4]“Generación de
electricidad a partir de bagazo en Cuba”. Autores varioshttp://www.fao.org/docrep/t2363s/t2363s0n.htm.
[5] Ídem anterior.
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