Decálogo del pesimista
En pocas horas se desarrollará en Río de Janeiro, Brasil, la Conferencia
de Naciones Unidas sobre Desarrollo Sustentable. Conocida como Cumbre de la
Tierra Río+20 y considerada por muchos el
encuentro más grande de la ONU del 2012, pudiera ser otra reunión llena de
buenas intenciones por solucionar los problemas que abrieron el siglo XXI y
conseguir además lo mucho que no se logró en los últimos 20 años.
Por Jorge
Sariol sariol@enet.cu
Soy desconfiado.
Me pregunto de qué valen estas cumbres.
Los organizadores de esta Conferencia de Naciones Unidas sobre
Desarrollo Sustentable, conocida como Cumbre de la Tierra Río+20 aseguran desde
documentos oficiales, que servirá para establecer «un mundo de prosperidad, paz
y sustentabilidad», a partir de tres premisas fundamentales: el fortalecimiento
de los compromisos políticos en favor del desarrollo sustentable, el balance de
los avances y las dificultades vinculados a su implementación y finalmente la
búsqueda de respuestas a los nuevos desafíos emergentes de la sociedad. Y como
eje central se esgrimieron dos aspectos medulares: «una economía ecológica con
vistas a la sustentabilidad y la erradicación de la pobreza y la creación de un
marco institucional para el desarrollo sustentable.
Es decir,
estas —y otras cumbres— sirven para cambiar al mundo.
Seré
receloso, pero en esas estamos desde la conferencia de Johannesburgo (2002), el
Protocolo de Kioto (1997) y también luego del anuncio del fin de la guerra fría
en 1989.
«Todas formas de luchas son válidas» repite en
la eternidad el gran Vladimir de la Revolución de Octubre, pero eternidad es un
concepto sinfín que no contempla ni a la humanidad ni al planeta y tampoco al
universo, que ya tuvo tangibles nociones de un big-bang.
Soy
pesimista; después de Río+20 nada va a suceder, en profundidad, a menos que…
1—…aparezca un concepto abarcador y equilibrado de Desarrollo Sustentable[1]
para ese otro mundo posible —y merece que sea probable—, y resuelva la
controversia entre ganancias a corto plazo y beneficios a largo plazo. Entre
necesidades humanas y necesidades de los ecosistemas, entre intereses de los
negocios, necesidades de la sociedad y la salud ambiental. Entre los derechos
individuales de propiedad y derechos de la sociedad. Entre límites políticos y
ecológicos; centralización y descentralización y entre gobierno y sociedad
civil, en la toma de decisiones.
2—… prospere una solución sustentable para el problema energético, y la ONU pueda ocuparse, en vez de preocuparse[2] «porque,
en los países en desarrollo, más de tres mil millones de personas dependen de
la biomasa tradicional para cocinar y como fuente de calefacción; porque mil
quinientos millones de personas carecen de electricidad y porque millones de
pobres no pueden pagar estos servicios energéticos modernos, incluso si están
disponibles.
3—…prospere
una opción sustentable para la explotación de la tierra de modo orgánico. La «agroecología»,
como alternativa a la agricultura
convencional, es la llamada a sanar la brecha que va dejando un manejo
irresponsable de cultivos transgénicos, biocombustibles y sistemas de riegos
que consume cerca del 80 por ciento del total del agua empleada por la
humanidad, práctica que gasta además más del 30 por ciento del combustible
requerido en la agricultura.
4—…prospere una solución sustentable para el acceso
al agua, cuando más de mil millones de personas carecen de acceso a agua
potable y la demanda de agua se elevará a 64 millones de metros cúbicos al año,
a pesar de que la Asamblea General de la ONU reconoció —28 de julio, 2010—, el
acceso al agua potable como un derecho humano básico e instó a garantizar que las
personas puedan ejercerlo.
5—…prospere una solución sustentable en la consecución de la soberanía
alimentaria. Según el Programa Mundial de Alimentos, con menos del uno por
ciento del aporte económico que las naciones industrializadas han hecho para
salvar el sistema financiero internacional, se podría resolver la crisis que
viven millones de hambrientos
6—…desaparezca
la barrera entre conocimiento científico y tradicional y se entienda que la
ciencia y la tecnología son procesos sociales y no negocios.
7—…retroceda la pérdida —continua—
de la diversidad biológica con todas las repercusiones sociales, económicas,
ambientales y culturales que entraña. Detener el mal no ocurrirá por obra y
gracia de lo fortuito; precisará de medidas concretas ya pensadas desde antes
del 2010 declarado Año Internacional de
la Diversidad Biológica y que ha servido de poco.
8—…despierte
la conciencia individual de tanto consumismo y la conciencia social de tanto
desafuero.
9—...cambie
y se democratice la ONU, promotora de estas cumbres. A Naciones Unidas le
cuesta cada vez más arbitrar. Más de mil millones de personas sobreviven en la
extrema pobreza. El norte se apropia cada año de más del 40 por ciento de los
recursos naturales del sur. Los países desarrollados gustan de poner las reglas
de lo que debería hacer el tercer mundo, delimitando objetivos, indicadores y
metas en términos ambientales —cambio climático, la utilización de los recursos
naturales y la contaminación—, y por demás, conceptualizan pautas económicas y
sociales a seguir.
10—…ocurra
una revolución mundial. Sin igualdad social no
podrá haber desarrollo sustentable. El cambio es político e ideológico, de
sistemas socioeconómicos, no de gobiernos y democracias más, democracias menos.
Es decir, para que haya desarrollo sustentable, primero tendrá
que haber gobiernos sustentables.
Soy —era—
pesimista luego de la primera Cumbre de la Tierra en 1992, pero un pesimista
radical, de los que tiene por bueno martillar en los oídos de las malas
conciencias y tocar fondo en las almas buenas.
Lo que
pasa es que ya no basta.
[1]
Una conceptualización normalmente aceptada de Desarrollo sustentable dice que «depende
del uso, conservación y ampliación de los recursos
de la comunidad, así como el mantenimiento de los procesos ecológicos de los
cuales depende la vida, que permitan incrementar la calidad de vida ahora y en
el futuro».
[2] Preocupada, Naciones Unidas decidió proclamar el año 2012 Año Internacional de la Energía Sustentable
para todos. Resolución aprobada por la
Asamblea General [sobre la base
del informe de la Segunda Comisión (A/65/436 y Corr.1)] 69ª sesión plenaria,
20 de diciembre de 2010.
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