martes, 19 de junio de 2012

Cumbre de la Tierra Río+20

Decálogo del pesimista
En pocas horas se desarrollará en Río de Janeiro, Brasil, la Conferencia de Naciones Unidas sobre Desarrollo Sustentable. Conocida como Cumbre de la Tierra Río+20 y  considerada por muchos el encuentro más grande de la ONU del 2012, pudiera ser otra reunión llena de buenas intenciones por solucionar los problemas que abrieron el siglo XXI y conseguir además lo mucho que no se logró en los últimos 20 años.
Por Jorge Sariol  sariol@enet.cu
Soy desconfiado. Me pregunto de qué valen estas cumbres.
Los  organizadores de esta  Conferencia de Naciones Unidas sobre Desarrollo Sustentable, conocida como Cumbre de la Tierra Río+20 aseguran desde documentos oficiales, que servirá para establecer «un mundo de prosperidad, paz y sustentabilidad», a partir de tres premisas fundamentales: el fortalecimiento de los compromisos políticos en favor del desarrollo sustentable, el balance de los avances y las dificultades vinculados a su implementación y finalmente la búsqueda de respuestas a los nuevos desafíos emergentes de la sociedad. Y como eje central se esgrimieron dos aspectos medulares: «una economía ecológica con vistas a la sustentabilidad y la erradicación de la pobreza y la creación de un marco institucional para el desarrollo sustentable.
Es decir, estas —y otras cumbres— sirven para cambiar al mundo.
Seré receloso, pero en esas estamos desde la conferencia de Johannesburgo (2002), el Protocolo de Kioto (1997) y también luego del anuncio del fin de la guerra fría en 1989.
 «Todas formas de luchas son válidas» repite en la eternidad el gran Vladimir de la Revolución de Octubre, pero eternidad es un concepto sinfín que no contempla ni a la humanidad ni al planeta y tampoco al universo, que ya tuvo tangibles nociones de un big-bang.
Soy pesimista; después de Río+20 nada va a suceder, en profundidad, a menos que…
1—…aparezca un concepto abarcador y equilibrado de Desarrollo Sustentable[1] para ese otro mundo posible —y merece que sea probable—, y resuelva la controversia entre ganancias a corto plazo y beneficios a largo plazo. Entre necesidades humanas y necesidades de los ecosistemas, entre intereses de los negocios, necesidades de la sociedad y la salud ambiental. Entre los derechos individuales de propiedad y derechos de la sociedad. Entre límites políticos y ecológicos; centralización y descentralización y entre gobierno y sociedad civil, en la toma de decisiones. 
2—… prospere una solución sustentable para el problema energético, y la ONU pueda ocuparse, en vez de preocuparse[2] «porque, en los países en desarrollo, más de tres mil millones de personas dependen de la biomasa tradicional para cocinar y como fuente de calefacción; porque mil quinientos millones de personas carecen de electricidad y porque millones de pobres no pueden pagar estos servicios energéticos modernos, incluso si están disponibles.
3—…prospere una opción sustentable para la explotación de la tierra de modo orgánico. La «agroecología», como alternativa a la agricultura convencional, es la llamada a sanar la brecha que va dejando un manejo irresponsable de cultivos transgénicos, biocombustibles y sistemas de riegos que consume cerca del 80 por ciento del total del agua empleada por la humanidad, práctica que gasta además más del 30 por ciento del combustible requerido en la agricultura.
4—…prospere una solución sustentable para el acceso al agua, cuando más de mil millones de personas carecen de acceso a agua potable y la demanda de agua se elevará a 64 millones de metros cúbicos al año, a pesar de que la Asamblea General de la ONU reconoció —28 de julio, 2010—, el acceso al agua potable como un derecho humano básico e instó a garantizar que las personas puedan ejercerlo.
5—…prospere una solución sustentable en la consecución de la soberanía alimentaria. Según el Programa Mundial de Alimentos, con menos del uno por ciento del aporte económico que las naciones industrializadas han hecho para salvar el sistema financiero internacional, se podría resolver la crisis que viven millones de hambrientos
6—…desaparezca la barrera entre conocimiento científico y tradicional y se entienda que la ciencia y la tecnología son procesos sociales y no negocios.
7—…retroceda  la pérdida —continua— de la diversidad biológica con todas las repercusiones sociales, económicas, ambientales y culturales que entraña. Detener el mal no ocurrirá por obra y gracia de lo fortuito; precisará de medidas concretas ya pensadas desde antes del 2010 declarado Año Internacional de la Diversidad Biológica y que ha servido de poco.
8—…despierte la conciencia individual de tanto consumismo y la conciencia social de tanto desafuero.
9—...cambie y se democratice la ONU, promotora de estas cumbres. A Naciones Unidas le cuesta cada vez más arbitrar. Más de mil millones de personas sobreviven en la extrema pobreza. El norte se apropia cada año de más del 40 por ciento de los recursos naturales del sur. Los países desarrollados gustan de poner las reglas de lo que debería hacer el tercer mundo, delimitando objetivos, indicadores y metas en términos ambientales —cambio climático, la utilización de los recursos naturales y la contaminación—, y por demás, conceptualizan pautas económicas y sociales a seguir.
10—…ocurra una revolución mundial. Sin igualdad social no podrá haber desarrollo sustentable. El cambio es político e ideológico, de sistemas socioeconómicos, no de gobiernos y democracias más, democracias menos.
Es decir, para que haya desarrollo sustentable, primero tendrá que haber gobiernos sustentables.

Soy —era— pesimista luego de la primera Cumbre de la Tierra en 1992, pero un pesimista radical, de los que tiene por bueno martillar en los oídos de las malas conciencias y tocar fondo en las almas buenas.
Lo que pasa es que ya no basta.



[1] Una conceptualización normalmente aceptada de Desarrollo sustentable dice que «depende del uso, conservación y ampliación de los recursos de la comunidad, así como el mantenimiento de los procesos ecológicos de los cuales depende la vida, que permitan incrementar la calidad de vida ahora y en el futuro».
[2] Preocupada, Naciones Unidas decidió proclamar el año 2012 Año Internacional de la Energía Sustentable para todos. Resolución aprobada por la Asamblea General [sobre la base del informe de la Segunda Comisión (A/65/436 y Corr.1)] 69ª sesión plenaria,
20 de diciembre de 2010.