lunes, 1 de octubre de 2012

Bioseguridad


Encrucijadas de la vida
Algunos hablan de paranoia. Otros ignoran los peligros; pero quien posea un mínimo de sentido común sabe que en este mundo complejo —y un tanto insólito— toda precaución es poca.
 

  Tal vez los peligros biológicos sean los más insondables porque se desatan en la guerra y en la paz; entre ateos y creyentes, igual en los polos que el abrasador desierto; en medio de zonas urbanas o en remotos parajes de la Amazonía. Aparecen empuñados por legiones organizadas en guerras secretas; blandidos por pequeñas agrupaciones terroristas o en manos de solitarios snipers del bioasesinato. Saltan a escena en sencillas instalaciones médicas de atención primaria y secundaria o en complejos laboratorios donde se manipulan genéticamente organismos vivos.
El Pez-León, invasor
  Por un pequeño error o por un descuido del tipo ¡quien-iba-a-pensar! escapan sin control de una redoma y como genios del mal —tóxicos, alergénicos o con alteraciones de nutrientes— afectan a especies que no entraban en los cálculos y también, de rebote, a seres humanos y al ecosistema. Pudieran arribar a lomos de animales exóticos —por introducción de contrabando o por invasión natural—, o de especies, subespecies, variedades o razas, por vía institucional, sin que medie un profundo análisis ecológico o un sencillo protocolo de procedimientos.
 Para enfrentar tales inseguridades valen las preocupaciones éticas, sociales y religiosas; ayudan las estrategias económicas sostenibles y sobre todo la responsabilidad de los científicos y tecnólogos.
  Sin embargo no basta.
  Y la humanidad, precavida, inventó la palabra bioseguridad y la convirtió además en una disciplina para que se ocupara de prevención y control de riesgos biológicos.
                                    …navega Cuba en su mapa
  El archipiélago cubano es escenario de varias encrucijadas que obligan a colgarse del cuello el pesado pero obligatorio lastre de la alerta biológica. Tal vez la más difícil —por sutil— transite por la órbita geopolítica de EE.UU., en una guerra contra Cuba sobre la que no caben ya más suspicacias.
Sin embargo existen otras, de la cuales dos son enormes.
  Por encima de la isla y sus cayos adyacentes cruzan dos rutas de aves migratorias —la de la costa Atlántica y la del Mississippi— con cuatro corredores fundamentales: la Península de Guanahacabibes (Pinar del Río), la Península Hicacos (Matanzas), Archipiélago Sabana-Camagüey y Gibara (Holguín). Monumentales y diversas bandadas de aves cruzan de Norte a Sur o viceversa y hacen escala. Tienen ruta habitual en etapa de migraciones 85 especies residentes invernales, 75 transitorias regulares y siete visitantes ocasionales —mayormente del norte—; ocho especies de Sudamérica residentes de verano se suman al ajetreo, más las que hacen aterrizaje forzoso y aquí se quedan por días. Algunos inconscientes realizan capturas, por deporte o con ánimo de lucro. Son miles de pájaros, posibles portadores de agentes patógenos para los cuales la avifauna cubana pudiera no tener defensas naturales.
  Los incrédulos se ríen, pero la experiencia recuerda que en Asia un día circuló así el impresionante desparrame del virus letal de la gripe aviar.
  Se afirma que cerca de 70 por ciento de las enfermedades emergentes y re-emergentes que se presentan en el mundo constituyen zoonosis, afecciones trasmitidas por animales, entre ellas la temible fiebre del Nilo Occidental.
  Expertos estiman que en una reincidencia del virus de la gripe aviar «Hipotéticamente podrían morir 70 000 000 de personas».
                                               ¿Gajes del oficio?


  Otro de los campos de riesgo está en el amplio sistema de salud cubano. Diariamente se procesan gran número de muestras de material infeccioso en laboratorios clínicos y de microbiología.
Un estudio sobre seguridad biológica, dio por resultado la necesidad de aumentar la cultura en este tema entre laboratoristas —con programas de capacitación incluso para directivos—, entre los cuales un «derrame de material infeccioso, roturas de tubos con cultivo, pinchazos con agujas hipodérmicas y difusión accidental de aerosoles infectivos en ambiente laboral» son parte del margen de error. En todos los casos se demuestra que los peligros se minimizan a partir de técnicas y procedimientos correctos, diseño adecuado de instalaciones y facilidades de laboratorio.
Cierto es que la práctica de prever riesgos biológicos venía ya desde 1848.
  Poco después de la muerte del sabio cubano don Tomás Romay —promotor de las vacunas en Cuba—, la vigilancia epidemiológica en la Isla se encomendó a juntas de sanidad, encargadas de fiscalizar la vacunación obligatoria a todos los esclavos que llegaban a puerto, como condición previa para su venta y, en caso de síntomas de viruela, esclavos y tripulantes debían pasar por igual la más rígida cuarentena.
  Siglo y medio después, un sistema de seguridad biológica nacional estructura todos los posibles modos de contrarrestar riesgos en esa área.
  En los niveles superiores del sistema está el Centro Nacional de Seguridad Biológica (SNSB), institución encargada de «organizar, dirigir, ejecutar, supervisar y controlar las medidas encaminadas a dar cumplimiento a las obligaciones contraídas por la nación en el concierto de normas e instrumentos jurídicos internacionales relacionados con la seguridad
biológica».
  El Decreto Ley No. 190 de la Seguridad Biológica legisla sobre el «uso, investigación, ensayo, producción importación y exportación de agentes biológicos y sus productos, organismos y fragmentos de éstos con información genética».
  El complejo entramado jurídico incluye una Lista Oficial de Agentes Biológicos y varios reglamentos para «uso confinado de microorganismos e invertebrados, de plantas y animales transgénicos y para el otorgamiento de autorizaciones de seguridad biológica».
  Pero el campo de acción es muy grande.
  La cultura de seguridad biológica es a juico de expertos la piedra filosofal: nunca termina y siempre comenzará por la educación y acceso a la información, para una verdadera participación pública, formadora de la conciencia ciudadana.

Las aves que con mayor probabilidad migran al Sur y tiene a Cuba como tránsito o destino, son las que se reproducen en los EE.UU…. De las especies de aves de donde se ha aislado el virus del Nilo Occidental en ese país, más de 60 llegan a Cuba… Entre los sitios del archipiélago cubano donde cada año llegan un gran número de aves en la época de migraciones, se encuentra el municipio Guamá, en el Oriente de Cuba…En esta localidad se han identificado varias especies de mosquitos…El ciclo endémico de la enfermedad del Nilo Occidental se mantiene a través de mosquitos ornitofílicos…De 4 géneros de mosquitos de donde se ha aislado el virus en EE. UU., 7 especies están presentes en Cuba…
Fuente: http://www.bvs.sld.cu/revistas/mtr/vol58_1_06/mtr06106.pdf