miércoles, 31 de marzo de 2010

Meteoritos en Cuba


¡ABUELA! ¿QUE PASARÍA…?
Las estrellas no caen en la cabeza de las gentes, asegura una canción infantil compuesta y cantada por la dulce María Álvarez Ríos para varias generaciones de cubanos. Y es cierto, las estrellas no hacen cosas como esas, pero riesgos de que nos caigan encima al menos un meteorito, siempre hay; de hecho…
Por Jorge Sariol      Imágenes de meteoritos,  cortesía del Dr Jaiméz, IGA.
La caída de meteoritos es aleatoria y puede suceder en cualquier parte y a cualquier hora. Entran a la atmósfera a unos 70 Km./s —un proyectil de alto calibre a velocidad cósmica—, en dependencia de si la entrada es a favor o en contra de la rotación terrestre. Los más pequeños se volatilizan en silencio después de quemarse; los que son mayores de 40 cm., pueden llegara la superficie terrestre y con cierto silbido —si son ya grandes bólidos, llamados asteroides—, al impactar provocan daños considerables en dependencia del tamaño.
Hay muchos reportes de caídas —incluso lluvias— de meteoritos en el desierto de Atacama, en Chile y en USA, primero porque el área es mayor; segundo porque hay mayor posibilidad de conservación en climas secos que en el trópico, ya que la mayoría tiene un fuerte componente de hierro y con la humedad se oxidan rápidamente. Y tercero porque hay muchas personas dedicadas a la observación y búsqueda, pues habitualmente se subastan y a buen precio.
Al Instituto de Geofísica y Astronomía (IGA), de Cuba llegan muchas personas con muestras, pero escasas son las que resisten el análisis.
Pero de que impactan, impactan.
¿Y si me cae una estrella?
Sucedió en la finca Palmarito, cerca de Lajas —el rincón querido—, en la provincia Cienfuegos. El 10 de junio de 1994, muy cerca de donde dos hombres araban la tierra, se produjo un impacto; se levantó una polvareda y los bueyes se inquietaron. A pocos metros, ante los ojos atónitos de los campesinos, en el fondo de un embudo había una piedra aún caliente. Era un sideralito de 5 por 12 cm. y pesó 400 gramos.
Se ha reportado el hallazgo en territorio nacional de 6 meteoritos de los cuales sólo el de Lajas se vio caer. Y hay confirmación altamente científica de 4 «cambolos» extraterrestres.
El primero descubrimiento de que se tienen noticias fue encontrado en 1938, en la zona de Mango Jobo, provincia de Pinar del Río. Y en realidad son tres fragmentos, que aún se conservan, bajo la custodia del profesor Jorge Pérez Doval, jefe del Departamento de Astronomía del IGA. Pesan 1099, 344 y 162 g, respectivamente. El más grande es un  siderito, subclase octaedrito, y el problema es que años después se descubrió que no tiene nada que ver con el pedazo más pequeño, compuesto de plagioclasa, cristobalita SiO2, cuarzo SiO2, Olivino Fe2SiO4,  enstatita MgSiO3 y un metaloide amorfo. ¿Qué hacían en el mismo sitio? ¿Casualidad en espacio pero no en tiempo? ¿Una lluvia? Es un enigma.
En ese orden aparece luego el de Bacuranao, provincia La Habana, en agosto de 1974, hallado por el Ing. Rafael Correa en un lecho arenoso a 6–8 m. de profundidad y a 40 m. de la costa. Luego del caso Mango Jobo, apareció otro en la carretera de El Globo, en Calabazar, Boyeros, en febrero de 1996, y le siguió el hallado en El Balcón de La Lisa, en el 2001, ambos en Ciudad de La Habana. También ese mismo año se encontró el llamado Meteorito Gámez, en Güira de Melena, provincia La Habana. Los expertos creen que estos tres últimos, por su similitud, pudieran haber pertenecido a un objeto único mayor, fragmentado en la atmósfera antes de impactar.
Hay un séptimo candidato, descubierto sobre el tanque experimental del Laboratorio del otrora CENHICA, también en el Municipio Boyeros, en la capital cubana en el 2006. Pronto será analizado.
Hay seguridad de que hay meteoritos y de varios tipos diseminados por toda la geografía nacional: férricos (sideritos), férrico-pétreos (siderolitos), que provocan perturbaciones en las agujas magnéticas; también lititos —se parecen muchos a las rocas terrestres—, y aunque tienen hierro, no hay aleaciones metálicas hierro-níquel, y sí mucho magnesio y sílice, no detectables por equipos.
Es posible la existencia de meteoritos marcianos y lunares, de constitución pétrea. «Si te encuentras un pedazo de basalto pudieras creer que es un meteorito—advierte el Dr. Efrén Jaiméz, especialista del IGA—, pero en la tierra hay este tipo de roca. Pero si la ves en medio de una llanura caliza, la primera pegunta es ¿cómo llegó hasta aquí? Necesitas ir al laboratorio y comprobar los gases atrapados. Si no son gases terrestres, entonces la piedra basáltica es venida del espacio».
¡Que viene Apophis!
Pasará cerca de la Tierra en el 2013 y también en el 2021. El 13 de abril de 2029 lo hará a sólo unos 38.000 kilómetros, ¡más cerca que la Luna! Se llama Apophis, es un asteroide, tiene trescientos metros y no ocurrirá nada hasta entonces. Pero 7 años después, en el 2036, cuando pase el perihelio y le dé la vuelta al sol, la probabilidad de impacto aumenta y le pudiera tocar a cualquier sitio del planeta.
 «Para la fecha se habrá creado un método para evitar la catástrofe —asegura el Dr. Jaiméz—, que no será destruirlo en curso pues produciría fragmentos que multiplicaría el riego de choque y destrucción. Hay idea de enviar un cohete portador de paneles que sin impactarlo, usando el plasma solar como viento, ayude a desviarlo y  lo aleje para siempre, pues si no colisionara, seguiría siendo un peligro de que se quede en órbita tierra-sol e incluso circunsterrestre, como una luna, lo cual sería riesgo permanente. Está muy lejos todavía».
Somos polvo de estrellas
Pero no toda la materia que sigue cayendo del espacio es materia inorgánica. Hay meteoritos que tienen carbono orgánico en su composición; hay glicina en un cometa —del que una sonda trajo muestras—, y se sabe que hay lico-aldehídos en las nebulosas. Hay un tipo de meteoritos pétreos o lititos, conocidos como condritas carbonaceas, que tiene cóndrulos, es decir gotas súbitamente enfriadas en el momento en que se formaron, en los inicios del sistema solar.
Hay estrellas que llegan a una etapa en que consumen todo el hidrógeno —llamado el combustible nuclear—; es entonces cuando el helio comienza a recombinarse y se conviertan en estrellas metálicas, es decir de carbono o nitrógeno.
La Panspermia es una de las teorías que asegura que si no la vida, al menos han llegado del espacio elementos que la formarían al combinarse.
Si es cierto que el saber no ocupa lugar, indiscutiblemente es bueno tener lugares para saber.