En busca del Santo
Grial
(De la serie III Milenio: las estaciones del hombre)
Por
Ms.C. Jorge Sariol.
sariol@enet.cu
Que
el clima está cambiando, con alteraciones observables, no es noticia. Es
medible el aumento de la temperatura promedio anual, el ascenso del nivel medio
del mar y las variaciones del régimen de lluvias.
Es
posible también de mostrar con cifras el incremento y extensión significativa
de las sequías ―que llega con los subsecuentes cambios en la disponibilidad del
agua― y la disminución de los recursos hídricos potenciales. Y todo lo anterior
es síntoma, corolario o secuela del cambio climático.
La
preocupación de medio mundo es cómo vamos a salir de esto. Y Cuba es parte muy
preocupada de ese medio mundo interesado.
Además
de las cinco alteraciones enumeradas al principio, el archipiélago sufre la salinización de acuíferos terrestres, en particular los subterráneos, por el avance de la «cuña salina»,
mientras ve amenazados —en un futuro impreciso, pero inexorable— sus
asentamientos humanos costeros, por la pérdida de superficie terrestre.
Como
parte del planeta interesada en hallar respuestas―, el país se adecua y asume
ya la tendencia predominante en el enfoque ante el cambio climático en sus dos
vertientes: la adaptación, como prioridad, y la mitigación, como oportunidad
para enfocar el desarrollo.
Sin
embargo, aún con la existencia de un marco de preparación, con el Programa para
el enfrentamiento al cambio climático ―octubre 2007―y la implementación de los
macroproyectos Peligros y Vulnerabilidad Costera y Plan de Acción (febrero
2011), todos sabemos que no es tan sencillo.
La Tarea VIDA, aprobada en abril de 2017 como plan del
estado cubano para el enfrentamiento al cambio climático de la República de
Cuba, es tal vez el más amplio, responsable y previsor propósito que la nación
se haya planteado.
Como
criterio fundamental, la tarea se centra en la preservación de la vida de las
personas, su seguridad física y alimentaria y el desarrollo del turismo, por lo
tanto requiere de la intervención de muchos organismos y entidades.
Sus
tiros van dirigidos a una gestión responsable ante la disponibilidad y uso
eficiente del agua, la reforestación hacia la máxima protección de los suelos y
las aguas, el manejo de arrecifes de coral y playas arenosas.
Sus
proyecciones se encaminan hacia la seguridad alimentaria, el empleo de energía
de fuentes renovables —sobre todo, la eficiencia energética— y el desarrollo de
los ámbitos agropecuarios, de turismo, salud, construcción, transporte e
industria.
Su
providencia se interesa en perfeccionar monitoreo, vigilancia y sistemas de
alerta temprana. Y como base de todo empeño, se interesa en desarrollar la
percepción del riesgo y aumentar el nivel de conocimiento de la población.
Cuba
no es culpable del cambio climático, pero igual nos afectará y conviene que
encontremos el modo de resolver, además, los problemas ambientales acumulados
en la nación, que incluyen la degradación de los suelos, la afectación de la
cobertura boscosa, la contaminación y la pérdida de la diversidad biológica.
¿Será
demasiada suspicacia?
El
Dr. en Ciencias Wenceslao Carrera un experto cubano del medio ambiente, asegura
que no hay vuelta atrás: «El cambio climático ha estado relacionado con la
actividad del hombre. Desde la era preindustrial, hay una correlación muy
directa entre las emisiones de gases de efecto invernadero y del incremento de
la temperatura global en el planeta, es decir, la temperatura promedio en su
relación superficie océano tierra de todos estos años. Desde los años 70 ha
habido un aumento sustancial de estas emisiones. Y ya sobrepasamos la concentración
permisible.
«Téngase
el discernimiento que se tenga, no puede ignorarse que las temperaturas
aumentan cuando aumentan las emisiones de CO2, y este aumento de temperatura no
debería superar los 2 grados. La concentración de Gases de Efecto Invernadero
(GEI) debería estabilizarse a 450 partes por millones (ppm).
«Estamos
acercándonos a los llamados “puntos de inflexión” en términos de capacidad de
carga de la atmósfera del planeta», puntualizó.
Por
los días en que este trabajo se andaba gestando se daba a conocer una convocatoria
realizada por la Oficina Técnica del Ozono (OTOZ), de Cuba, a los Organismos de
la Administración Central del Estado (OACE) y entidades nacionales para
inventariar las Sustancias Agotadoras de la Capa de Ozono (SAO).
El
levantamiento —mediante un software nacional— permitiría cuantificar el consumo
de esas sustancias, para trazar una estrategia nacional y hallar alternativas
en la agenda país y reducir la presencia de refrigerantes que dañan el
Medioambiente.
Son
ámbitos diversos. Si el problema será
para todos, las soluciones deberán llegar también desde cada uno.
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