¿Dime qué consumes?...
Una de las definiciones más aceptadas de «consumo cultural», es la que enfoca al consumo que se hace de los bienes y servicios cuya valía simbólica es mayor a su valor de uso. Ambos son estimados “no por su capacidad de satisfacer necesidades materiales, sino por la evaluación que los individuos hacen de los contenidos que presuponen los muchos formatos contemporáneos”. Algunos han analizado al consumo cultural también como un proceso ritual.
En su asimilación intervienen muchos factores; en un extremo la industria cultural, y en el ínterin, la promoción.
El Periodismo es ese raro espécimen que a la vez es promotor y producto del consumo cultural.
Por Jorge Sariol
Si es cierto que el mundo ha abandonado la sociedad basada en la producción y la política, para vivir en la sociedad sustentada en la comunicación y el consumo, es comprensible la necesidad de saber qué, cómo y cuánto consumimos culturalmente. Es decir, cuáles y para qué asimilamos las expresiones de la cultura popular, las manifestaciones artístico-literarias, los medios de comunicación masiva y todo aquello que tenga un significado espiritual para las personas en la vida, desde un parque, una calle, hasta una asociación por intereses grupales, todos como parte de la realidad social.
Enunciada y definida por los pensadores de la Escuela de Frankfurt —fundada a principios de 1923—, la industria cultural se interpretaba como «un conjunto de ramas, segmentos y actividades auxiliares industriales productoras y distribuidoras de mercancías con contenidos simbólicos, concebidas por un trabajo creativo, organizadas por un capital que se valoriza y destinadas finalmente a los mercados de consumo con una función de reproducción ideológica y social».
Con la expansión del mercado cultural apareció la llamada cultura de masas y en el afán de estudiar públicos, consumo y recepción de bienes culturales, echaron manos también a los medios de comunicación buscando socializar la mayor cantidad de información-contenido y de conseguir mayor rapidez y amplitud en su difusión, aunque el objetivo sea manipulador.
Así, la imagen de Mikey Mouse, usar una camiseta del Barça, comprarse un disco de la Sinfónica de Nueva York, adorar las telenovelas ―hasta confundir realidad con fantasía―, o asumir como paradigma un personaje tipo como Yarini son parte de un mismo fenómeno.
Aterrizaje forzoso
El paradigma cubano, siempre contrapuesto a patrones culturales estandarizados del primer mundo, hoy se resiente ante la invasión, más por razones económicas que por postulados estéticos. Algunos investigadores han llegado a preguntarse si el consumo cultural en la población cubana actual, implica diferenciación o desigualdad.
Si el Periodismo no ha sido precisamente inocente en este juego de poder, entonces por el Periodismo debían comenzar las indagaciones. En un encuentro entre periodistas convocado por Alma Mater las opiniones tomaron rumbos divergentes: «Si vamos a dar lo que mucha gente quiere, vamos a terminar por ofrecer programas con los elementos más epidérmicos de los shows de la televisión más comercialmente morbosa» «Cuidado en poner en tercer lugar el entretenimiento aunque lo principal sea representar al destinatario». «Es fácil decir “hay que dar jerarquización a la cultura de alto vuelo”, pero quién decide qué es y qué no es, y bajo qué criterios» «Si no debemos renunciar a nada, tampoco podemos explotar los recursos de enganches fáciles» «No podemos pretender que todo el mundo asimile Paradiso; el enriquecimiento espiritual de las personas es una aventura, donde cada quien tiene responsabilidades individuales que cumplir» «Tenemos una propuesta estética mala» «Las mediaciones deben respetar el pensamiento creativo» «La manipulación existe entre nosotros, y muchas veces mal hecha» «No hay nada bueno ni nada malo, en tanto no se llegue a esquematizar el pensamiento» «Desde los medios vemos todavía al receptor casi reducido a un mero receptáculo; en la web esto cambia. En Cuba precisamos recordar las tres misiones importantes del Periodismo: informar...educar...entretener» «Hoy muchos jóvenes no están preparados —no los hemos preparados— para ver cine, y TV mucho menos» «Educar para que aprendan a ver críticamente» «El Periodismo necesita buenos procesos de investigación, eso nunca se debe obviar, pero hay que replantearse los modos; lo alternativo sí, pero es un concepto muy complicado y hay que definirlo para que no quede como palabras bonitas».
¿Quién-dijo-qué-a-quién-por cuál canal?
Esta ecuación cuasi perfecta de la comunicación social —y por consiguiente del Periodismo— sirve para repensar los modos en el análisis del consumo cultural.
En Cuba donde el concepto tuvo siempre sentido no solo sociocultural, sino político —es decir estratégico—, existe hoy un campo de acción diferente; ante las desigualdades en las oportunidades que hoy muestra en su acceso a los mismos, y ante la imposibilidad de ofrecer mayor variedad, hay que reforzar los modos —es decir, la táctica—, no para moldear gustos o promover aceptación, sino para despertar sentido crítico a la hora de evaluar las propuestas a consumir.
Los estudios han sido pocos y con visiones parciales, o no se socializan de modo pertinente. Una investigación de 1998 denotaba una preferencia ante la TV de 87.5%; la radio, 82.7%; las películas, 63.4%, y leer la prensa —revistas y periódicos—, de un 51.3%.
La mitad no es una cifra precisamente despreciable. Y el Periodismo entra en el juego de la mayoría de los medios.
Es, en consecuencia, una fuerza formidable. Pero si el Periodismo es algo demasiado serio para dejarlo sólo en manos de los periodistas, como gustan decir los que desde él toman decisiones extra-periodísticas, también es cierto que en esta «guerra de pensamiento que se nos hace», la solución es llegar primero a la cultura del diálogo, para llegar al imprescindible debate cultural, sustentado en el desarrollo a partir del análisis de las contradicciones.
Ciertamente, en el Periodismo y en los medios en general existe algo llamado responsabilidad social, y en el caso de su vertiente cultural no puede ser solo informativo; para ello precisa de buen background cultural de quien lo hace, para no ofrecer opiniones del gusto personal como si fueran valoraciones estéticas.
Sin embargo, la responsabilidad individual de cada quien es al fin y al cabo la definitiva.
Dime qué consumes culturalmente y te diré quién eres socialmente.
Dime cómo y cuánto lo consumes y te diré más; serás un ser íntegro o solo un humano unidimensional en una sociedad en 3D.
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