martes, 8 de septiembre de 2020

Inteligencia artificial ¿Inteligencia?


«Los androides también se sienten solos» dice un personaje de la novela ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? Mientras, la distancia entre razón y emoción, humanas o automatizadas se acortan cada vez más rápido.

 

«Lo que hoy ha empezado

 como novela de ciencia ficción,

 mañana será terminado como reportaje»

 Arthur Clarke (1917).

 Científico y escritor británico

 

Una nota reciente al parecer ha pasado poco advertida.

El editor de acceso abierto Frontiers ha presentado una herramienta de inteligencia artificial que, desde principios de junio de 2020, ha procesado más de 11 000 textos.

AIRA (Artificial Intelligence Review Assistant) es el nombre de la herramienta y es capaz de hacer hasta 20 recomendaciones y señalar, entre otras maravillas, la calidad del lenguaje, posibilidad de plagio, integridad de las imágenes, probables conflictos de intereses y según expertos posee «alta precisión y velocidad, cualidades que dotarán de eficiencia al proceso de publicación».

 ¿Dónde quedará la función y de paso, el perfil laboral, del revisor especializado? Y sobre todo ¿servirá la inteligencia artificial de este robot para hacer más felices a los humanos?

 En la era de las tecnologías de la informática y las comunicaciones, la inteligencia artificial sigue despertando por igual admiración y sobresalto.

 Por lo pronto, la novela corta de ciencia ficción del subgénero ciberpunk, Do Androids Dream of Electric Sheep? (1968)[1], de Philip K. Dick, no parece ya tan ciencia ficción.

 I

 El término Inteligencia Artificial, ya de larga data, es conceptuado por el Gran Diccionario de la Lengua Española — Spes Editorial 2001 — como la «capacidad de un ordenador o de un programa (software) de simular comportamientos humanos, tales como el reconocimiento de la situación en la que se encuentra al operar y la mejora de las decisiones por lo aprendido».

 La Inteligencia — del lat. Intelligentia, ae: facultad para comprender o entender las cosas; intelecto, cualidad de inteligible — solo estaba atribuida en humanos y debatido su reconocimiento en ciertos animales, como los delfines. Pero la posmodernidad ha movido el piso a todo pensamiento aristotélico.

 Si las funciones que ahora cumple raudo AIRA llegan más lejos en el escrutinio y validación de textos — y llegará, sin dudas — , asistiremos a otras de las tantas variantes que andan allanando el camino al futuro.

Pensemos positivamente: Frontiers es una editorial de publicaciones científicas de acceso abierto, creada en el Parque Científico del Instituto Federal de Tecnología de Suiza; Frontiers in Neuroscience fue la primera revista creada — 2007 — y ya en 2013, saca a la luz catorce revistas: biología vegetal, química, endocrinología, genética, inmunología, microbiología, neurología, neurociencia, oncología, pediatría, farmacología, fisiología, psiquiatría y psicología.

 Es el cuarto editor más citado entre los 20 mayores editores, clasificados por el promedio de citas en un período de tres años (2015–2017). Y uno de sus éxitos más rutilante es ser precisamente de acceso abierto[2].

Y tal vez sea ese el camino y resulte la gran ventaja de las revistas de acceso abierto sobre las revistas de suscripción en los últimos tres años.

II

 Si el futuro es el alimentar la ciencia abierta (Alma Mater 589, pp. 14 o Edición Medium) la perspectiva es venturosa.

 Sin embargo, la historia recuerda que La Revolución Industrial — segunda mitad del siglo XVIII–1840 — , significó un viraje, rotundo, de una economía agrícola y mercantil a otra industrializada y no todo fue maravilla y los costos aún hoy son elevados.

 El derroche de ciencia y tecnología, de entonces a la fecha, precisan de juicio crítico.

 Le atribuyen a Albert Einstein una expresión que es tan maciza como su inteligencia: «¿Por qué esta magnífica tecnología científica, que ahorra trabajo y nos hace la vida más fácil nos aporta tan poca felicidad? La respuesta es esta, simplemente: porque aún no hemos aprendido a usarla con tino».

  «En 2017, el 16% de los artículos revisados por pares de todo el mundo se publicaron en revistas de acceso totalmente abierto, según SCImago (2018). Entre los editores clasificados, sólo las sociedades científicas especializadas en un campo único y muy citado, como la química o la física, ocupan un lugar más destacado. Entre los editores multidisciplinarios, Frontiers tiene la tasa de citación media más alta.

  «Muchos han apreciado los beneficios de la Ciencia Abierta para la sociedad; el descubrimiento, la innovación, el crecimiento económico y el acceso público al conocimiento científico. Estos datos ahora muestran claramente que las revistas de acceso abierto superan a las revistas de suscripción tradicionales en las métricas de citas y ofrecen un mejor impacto para los autores».

 

[1] Fue adaptada libremente por Ridley Scott en la película Blade Runner de 1982.

 [2] La tasa de citación media de Frontiers es de 3,65 por artículo y muy por encima de la media de 2,7 para las revistas de suscripción y 2,9 para las de acceso abierto.

 


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