viernes, 26 de octubre de 2018

Diluvios pinareños


 

“Por donde, de vez en vez, se ahoga Capó” o “Soluciones ingenieras para dramas sociales”.

 

En la provincia de Pinar del Río ha llovido más de lo esperado en los últimos tiempos. Los registros más actuales dicen que este octubre es el segundo de más lluvia que se conozca en la historia del territorio.



Y en tierra feraz y productiva esto siempre se agradece. Se agradece incluso en zonas urbanas, con la esperanza de que el agua nunca falte, en una ciudad no muy prolija en la red de distribución de agua y con viejos problemas en el sistema de alcantarillado.

 

La provincia tiene, sin embargo, 24 embalses, 84 Kilómetros de canales magistrales y 83 pozos de la red de observación para el monitoreo constante de las aguas.

 

Paradójicamente, en un conocido asentamiento urbano de la capital provincial, se ahogan de desesperación cuando cae lluvia un poco más de lo normal.

 

Así sucede en el asentamiento urbano “Ceferino Fernández” y al que el pueblo llama popularmente reparto Capó.

 

El volumen enorme de aguas pluviales que escurrían de modo descontrolado por el barrio, convertía en una tragedia no solo huracanes sino también tormentas tropicales, vaguadas y el más efímero temporal.



Era ya un lugar común en tales trances que el agua amenazara a la zona de seguridad humana ―entre las rodillas y más arriba―, con los consiguientes estropicios en bienes, inmuebles y vías de acceso.

 

Un canal para...

Para darle, por fin, solución al drama, se construye un conducto que canalizaría el desborde para llevarlo por un cauce inofensivo.

 

El canal, del tipo drenaje pluvial, es una de las inversiones más grandes que acomete la delegación provincial del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INRH), en la Ciudad de Pinar del Río. Constituye una de las tres más importantes obras para beneficio social, junto a la rehabilitación de la conductora del campo Pozo Troncoso y las obras para el sistema de abasto al hospital Abel Santa María.




Por estos días es incesante el movimiento de tierras. Será un canal abierto en sus Mil 700 y tantos metros, que desembocará en el río  Guamá, con un monto de inversión de un millón y medio de pesos, entre ambas monedas.

 

Al  cierre de octubre  se habrá ejecutado ya  el 60 % del movimiento de tierra.

 

Al parecer, dentro de poco,  los sueños de  Capó  nadarán, por fin  en un canal que se llevará los temores aguas abajo.

 

Entonces, en las riberas del nuevo canal, en terreno fértil gracias a los mismos funestos aluviones, agricultores empecinados seguirán sembrando el pan suyo de cada día y cuanta proyección les dé la tranquilidad de vivir en el Pinar de las paradojas.

 

 


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