“Por donde, de vez
en vez, se ahoga Capó” o “Soluciones ingenieras para dramas sociales”.
En
la provincia de Pinar del Río ha llovido más de lo esperado en los últimos
tiempos. Los registros más actuales dicen que este octubre es el segundo de más
lluvia que se conozca en la historia del territorio.
Y
en tierra feraz y productiva esto siempre se agradece. Se agradece incluso en
zonas urbanas, con la esperanza de que el agua nunca falte, en una ciudad no
muy prolija en la red de distribución de agua y con viejos problemas en el
sistema de alcantarillado.
La
provincia tiene, sin embargo, 24 embalses, 84 Kilómetros de canales magistrales
y 83 pozos de la red de observación para el monitoreo constante de las aguas.
Paradójicamente,
en un conocido asentamiento urbano de la capital provincial, se ahogan de
desesperación cuando cae lluvia un poco más de lo normal.
Así
sucede en el asentamiento urbano “Ceferino Fernández” y al que el pueblo llama
popularmente reparto Capó.
El
volumen enorme de aguas pluviales que escurrían de modo descontrolado por el
barrio, convertía en una tragedia no solo huracanes sino también tormentas
tropicales, vaguadas y el más efímero temporal.
Era
ya un lugar común en tales trances que el agua amenazara a la zona de seguridad
humana ―entre las rodillas y más arriba―, con los consiguientes estropicios en
bienes, inmuebles y vías de acceso.
Un canal para...
Para
darle, por fin, solución al drama, se construye un conducto que canalizaría el desborde
para llevarlo por un cauce inofensivo.
El
canal, del tipo drenaje pluvial, es una de las inversiones más grandes que
acomete la delegación provincial del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos
(INRH), en la Ciudad de Pinar del Río. Constituye una de las tres más
importantes obras para beneficio social, junto a la rehabilitación de la
conductora del campo Pozo Troncoso y las obras para el sistema de abasto al
hospital Abel Santa María.
Por
estos días es incesante el movimiento de tierras. Será un canal abierto en sus
Mil 700 y tantos metros, que desembocará en el río Guamá, con un monto de inversión de un millón
y medio de pesos, entre ambas monedas.
Al
cierre de octubre se habrá ejecutado ya el 60 % del movimiento de tierra.
Al
parecer, dentro de poco, los sueños
de Capó
nadarán, por fin en un canal que
se llevará los temores aguas abajo.
Entonces,
en las riberas del nuevo canal, en terreno fértil gracias a los mismos funestos
aluviones, agricultores empecinados seguirán sembrando el pan suyo de cada día
y cuanta proyección les dé la tranquilidad de vivir en el Pinar de las
paradojas.
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