Eloísa y la verdadera vida.
Eloísa es una mujer del
campo cubano. De la Sierra de Guaniguanico, más exactamente. Es maestra y su
formación base le ha impelido, como a todo buen pedagogo, tratar de entender a los
demás, comenzando por entenderse a sí misma.
Y un día decidió, para
lograr lo segundo, hacerse cargo a tiempo completo de una hectárea de terreno
en plena floresta artemiseña.
Y allá está, en medio del lomerío que sirve de asiento al paraíso terrenal que es Soroa, en el occidente de la isla grande.
Y allá está, en medio del lomerío que sirve de asiento al paraíso terrenal que es Soroa, en el occidente de la isla grande.
Sin embargo, el pedazo de tierra andaba plagado de marabú, bravo y enmarañado, en pendiente además, un poco pedregosa y otro poco dispareja.
Y así fue la vida de Eloísa durante largo tiempo, llena de marabú interior, bravo y enmarañado, en pendiente humana y social, que además de un tanto pedregosa y otro tanto dispareja, algunas veces iba tan cuesta arriba como para empezar a preguntarse cosas. Y otras veces tan cuesta abajo como para hacerla dudar de sus propias respuestas.
Eloísa ha perdido amores y ha ganado afectos. Entiende que no todo es perfecto; ni ella misma se percibe rondando la perfección ni lo pretende, pero logró construir su verdad, que le ha costado incluso ―por un acápite burocrático― no poder llamar al terreno trabajado como La Eloisíada o simplemente La Eloísa.
Entonces la llamó La Caléndula, como la planta herbácea de hojas alternas y capítulos terminales solitarios, que cultiva con profusión y que sirve para para desinflamar, desinfectar y cicatrizar, comprobadas esas propiedades vulneraria, emenagoga, antiinflamatoria y antiséptica.
Y en su “finca” florecen
la pasiflora, el vetiver, la menta americana, la flor de Jamaica y un montón de
plantas medicinales más, porque a eso ha dedicado su espacio y su tiempo, en lo
que viene a ser algo así como todo el espacio y el tiempo del mundo.
Y le va tan bien, que ha pedido en usufructo dos hectáreas más, porque pasa ya de las más de 60 especies plantadas. Cultiva y comercializa también plantas ornamentales y explota los frutales del terreno, al punto de haber puesto al borde del camino un ventorrillo de refrescos naturales, que expende con hielo y pretende ponerle, en breve, un absorbente a cada vaso vendido.
No le pregunté si esa era
la vida que hubiera deseado, porque en el dialogo me dejo entrever cual era la que
no hubiera querido. Pero sus hijos la adoran y meten el hombro en la tarea que
se ha propuesto y eso, más que una respuesta, es casi una declaración de
principios.
Como líder local en muchos
ámbitos vive apegada a su comunidad. Y anda decidida a abrirse caminos, uno de
los cuales le ha llevado de visita a Chile, como parte de un proyecto de Desarrollo Sostenible.[i]
No nos debería importar si
la cuestión es Eloísa o la verdadera vida. Ella ha pensado ya su futuro.
[i] El
proyecto GEF/PNUD “Un enfoque paisajístico para conservar ecosistemas
montañosos amenazados” presentó la premier del audiovisual “ELOISA”, en el
marco de la celebración del Día Internacional de la Mujer Rural y de la Jomada
de la Cultura Cubana, en la Comunidad Las Terrazas” ubicada en la Región
Especial de Desarrollo Sostenible (REDS) Guaniguanico el pasado del 15 de
octubre de 2018.
La obra fílmica mostraba el origen y desarrollo actual
de la Finca de Plantas Medicinales “La Caléndula”, Artemisa, Guaniguanico; la
cual expone la labor de Eloísa Bocour Vigil, mujer emprendedora en la
agricultura quien logró desarrollar su familia y su localidad con recursos e
insumos mínimos mediante el uso de buenas prácticas agrícolas, las cuales han
servido para certificarla como Finca de Referencia Nacional, con apoyo actual
del Proyecto Conectando Paisaje.
Esta finca constituye un espacio clave para validar
nuevas experiencias en el manejo agrícola, para la conservación de la
Biodiversidad, la implementación del Corredor Biológico y su contribución a la
Tarea Vida como programa del estado cubano.
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