La técnica es la técnica o el cambio de paradigma
En las relaciones personales, tal vez el sexo sea la parte más doliente; en las sociales, el estrés de verse entre cuatro paredes. En la salud, el uso del nasobuco ya es bastante, pero tal vez ganarse el pan de cada día sea — y lo va a ser por un buen rato — el dilema más difícil de resolver.
Datos del primer trimestre del 2020 afirmaban ya que la pérdida estimada de empleos llegaría a 47 millones para el total de países de la región en América Latina. La recesión se ve venir y nadie escapará si desde ahora no se prevén los mecanismos para mitigar el choque.
Cuba camina por esas rutas pedregosas. Junto al barrunto de cómo hacer para establecer — aun de modo cauteloso — la liberación de las fuerzas productivas, anda pensando en acomodar las modalidades de teletrabajo y el trabajo a distancia.
Atisbos hubo desde el verano del 2019, cuando por razones energéticas, el trasporte urbano padeció — una vez más — la crisis. El concepto entró en escena, pero entonces no todos entendieron el libreto. Paradójicamente, ya existía una, ley[1] que ponía bases para desarrollar variantes y que en su SECCIÓN SEGUNDA (Tipos de contratos de trabajo), en el ARTÍCULO 25, daba un cierto margen de movimiento.
La pandemia vino a refrescar la memoria y se han dado pasos para avanzar.
Según colegas de Cubahora, 557 548 personas en el mes de abril del 2020 se acogieron al trabajo a distancia, específicamente a la modalidad del teletrabajo. Hoy son ya 334 779 trabajadores los que laboran a distancia, de ellos en el teletrabajo 25 622.
Y pareciera que para conseguirlo bastaría un teléfono, una computadora, al menos correo electrónico — internet total es ya imperativo — y entendimiento mutuo, flexible y con luz larga entre el empleador y el empleado.
Pero las cosas no son tan sencillas.
¿Quién asegura la logística? ¿Quién asegura la tecnología? ¿Quién paga la electricidad? ¿Quién…? ¿Quién…? ¿Quién…?
Pensar fuera de la caja
Si del aquí y el ahora se trata, tal vez todo vaya sobre ruedas, pero nada es tan bueno que no pueda mejorar. Y pensado en ello en la Facultad de Psicología de la Universidad de La Habana (UH) anda en curso un estudio sobre lo que puede optimizar el futuro, incluso desde las perspectivas de las regulaciones del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS).
En declaraciones a los medios, investigadores y profesores del ámbito han adelantado sobre condiciones laborales, resultados del trabajo y proyecciones futuras.
Una vez más la universidad cubana muestra su valía. La facultad de Psicología se une en el empaño a la Universidad Tecnológica «José Antonio Echeverría». Y algo bueno tendrá que salir del estudio.
La investigación se adentró en la experiencia vivida por 322 000 empleados, de ellos el 92 % en trabajo a distancia y el resto en teletrabajo. Una etapa preliminar estuvo dirigida a la aplicación de encuestas tanto a individuos del sector de los servicios, como del productivo.
¿Son buenas, regulares o malas las experiencias? El estudio aún anda en trabajo de campo, pero según los investigadores aseguran, un 65 % refirió que le gustaría quedarse trabajando de esa forma, pero menos de la mitad de los directivos opinó que sus subordinados deberían mantenerse en la mencionada variante.
El cambio de paradigma
Six Sigma, es una expresión[2] que refleja los modos de enfrentar variantes en el camino para mejorar los procesos, centrado en la reducción de la variabilidad de los mismos, reforzando y optimizando cada parte de proceso para reducir o eliminar defectos. La meta es mejorar rentabilidad y productividad.
El concepto que sustenta el pensamiento Six Sigma parte de definir objetivos, medir el funcionamiento del problema, analizar causas reales y establecer controles de variantes y mejorar propuestas. Establecido inicialmente para la ingeniería industrial, se adentra en otros ámbitos de la vida.
Como la idea de la resiliencia, es parte ya del mundo subjetivo. Y parece dar en el clavo.
[1] Ley №116 del Código del Trabajo/ 20 de diciembre de 2013.
[2] Significa «seis desviaciones estándar de la media», lo cual se traduce matemáticamente a menos de 3,4 defectos por millón.
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