lunes, 17 de diciembre de 2018

Drogas. Decisiones




El peso de la responsabilidad.
Por Jorge Sariol.

Ahora mismo pudiera estar abriéndose paso otra pulsada noticiosa, porque sobre el tema empezará a llover.

El debate comenzará en breve en España ―el primer país del G-7 en hacerlo, dice el epígrafe de la nota― y las banderas las tremolan los partidos Podemos, que pedirá una autorización integral, y Cs, inclinado por la introducción de cambios en el marco regulatorio.

 La marihuana, entonces, pudiera ser legal en tierra ibérica.

Poco antes Canadá legalizaba el consumo de marihuana, según un titular[1], y con ello «…se convertirá en el primer país industrializado y el segundo del mundo, tras Uruguay, en legalizar el consumo recreativo del cannabis».

`Iniciativa del Gobierno’, decía el encabezado, pero de las razones para la decisión, la nota no dice. Solo habla de ventas, comercio, precios ―7,7 dólares estadounidenses por gramo― y de solo dos impuestos.

Aun así, admiten que, pese a que el precio final de un gramo será casi un 25 % superior al del mercado negro, suponen que los nacionales preferirán lo oficial porque las garantías de calidad en el componente psicoactivo de la droga.

El gobierno canadiense punta regulaciones sanitarias y derechos después de los 18 o 19 años de edad, dependiendo del territorio; prevé, con temor, que en algunas regiones «la demanda inicial sea superior a la oferta, a pesar de que las empresas que han recibido licencia del Gobierno canadiense para producir cannabis, han estado trabajando a marchas forzadas en las últimas semanas, para producir la máxima cantidad posible de marihuana».

En los Países Bajos, la política sobre drogas es sutilmente tolerante con dos listas de narcóticos; Estados Unidos posee cinco «programas» en su Ley de Sustancias Controladas y en el Reino Unido existen tres categorías.

Al grito de “liberen a María”, hay quien ya abogó, desde nuestra realidad, por su derecho a consumir barato, recreativa, legal, y cómodamente. Unos cuantos aplaudieron, acariciando algún bolsillo secreto; otros tantos callaron, por ver qué pasaba, porque más que un derecho a drogarse, la cuestión era pulsar al “poder”.

A la mayoría ―sucedió en medio de un concierto dedicado a “Los Cinco”― el grito sonó oportunista y festinado y, por lo mismo, presuntuoso e irresponsable.
El Estado cubano, en cambio, ha ratificado su voluntad y la de varias instituciones del país de continuar con la política de Tolerancia Cero, ante el consumo de estupefacientes.

Las duras y las blandas.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), droga es «toda sustancia que introducida en un organismo vivo por cualquier vía (inhalación, ingestión, intramuscular, endovenosa) es capaz de actuar sobre el Sistema Nervioso Central (SNC), provocando una alteración física y/o psicológica, la experimentación de nuevas sensaciones o la modificación de un estado psíquico, es decir, capaz de cambiar el comportamiento de la persona, y que posee la capacidad de generar dependencia y tolerancia en sus consumidores».

Las terminologías tienden a etiquetar en el intento de hacer más potable los discursos. En el propósito de subrayar las sutilezas, corren el riesgo de banalizar las interpretaciones. Pero la culpa no la tienen las clasificaciones, sino los análisis y sobre todo los “analizadores”.

La distinción entre drogas duras y blandas intenta diferenciar las psicoactivas, psicodisléptica ―distorsionan la percepción de la realidad―, adictivas sin remedio y dañina en sus efectos a corto plazo y las que supone placer y efectos estimulantes, sin que los daños sean inmediatos e irreversibles.

El tabaco es considerado por muchos una droga “blanda”, pero cada vez más países restringen las aéreas públicas para fumar. Tal vez el tabaco no resulta el problema sino el tabaquismo. El alcohol no está dentro de las duras, pero incide en más de 25 mil muertes al año.

Aunque el ítem está en discusión científica, se afirma que es la única que provoca la muerte por abstinencia.

Si la cuestión fuera un referendo ¿el 70 % de los cubanos se mostrarían en contra de las drogas? Probablemente sí. Socialmente estamos condicionados por la idea de una vida sana desde la prevención, con plena conciencia de los actos.

Un debate pudiera despejar dudas; pero una discusión sin fundamentos, desde el análisis científico, social y humano, es estéril.

El peso de la responsabilidad, a la hora de las decisiones, implica entender las consecuencias, también más allá de las narices y los contextos.

Drogas Duras
·         Heroína. La más peligrosa y adictiva.
·         Cocaína. Muy adictiva.
·         Crack.    Muy adictiva. Alto riesgo sanitario y social.
Drogas situadas en un limbo difuso entre el grado de adicción que provocan y los daños que generan.
·         Cannabis (mariguana).
·         Ketamina.
·         Anfetaminas. drogas sintéticas; potentes acelerantes del sistema nervioso. El término engloba a varias sustancias con origen común y similares efectos.
·         Esteroides Anabolizantes aunque entran en el debate de si son duras o no, en el deporte la mayoría son ilegales e incluso para muchos van contra la ética y subrayan el carácter inmoral de obtener un lauro mediante el dopaje. Desde el punto de vista médico supone alto riesgos a mediano y a largo plazo.
Drogas Blandas
·         Nicotina: Alcaloide en la planta del tabaco. La droga legal “más potente que hay sobre la faz de la tierra”.
·         Alcohol.
·         LSD   Ácido lisérgico de producción sintética, creada a partir de un hongo presente en el cornezuelo de centeno.
·         Café. Supuestamente la más inocente, placentera y barata, pero…







[1] https://www.elperiodico.com/es/internacional/20181016/canada-legaliza-la-marihuana-7092797 (que reproduce una nota de EFE del Martes, 16/10/2018 a las 22:39.)         

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