El peso de la
responsabilidad.
Por Jorge Sariol.
Ahora
mismo pudiera estar abriéndose paso otra pulsada noticiosa, porque sobre el
tema empezará a llover.
El
debate comenzará en breve en España ―el primer país del G-7 en hacerlo, dice el
epígrafe de la nota― y las banderas las tremolan los partidos Podemos, que pedirá
una autorización integral, y Cs, inclinado por la introducción de cambios en el
marco regulatorio.
La marihuana, entonces, pudiera ser legal en
tierra ibérica.
Poco
antes Canadá legalizaba el consumo de marihuana, según un titular[1],
y con ello «…se convertirá en el primer país industrializado y el segundo del
mundo, tras Uruguay, en legalizar el consumo recreativo del cannabis».
`Iniciativa
del Gobierno’, decía el encabezado, pero de las razones para la decisión, la
nota no dice. Solo habla de ventas, comercio, precios ―7,7 dólares
estadounidenses por gramo― y de solo dos impuestos.
Aun
así, admiten que, pese a que el precio final de un gramo será casi un 25 %
superior al del mercado negro, suponen que los nacionales preferirán lo oficial
porque las garantías de calidad en el componente psicoactivo de la droga.
El
gobierno canadiense punta regulaciones sanitarias y derechos después de los 18
o 19 años de edad, dependiendo del territorio; prevé, con temor, que en algunas
regiones «la demanda inicial sea superior a la oferta, a pesar de que las
empresas que han recibido licencia del Gobierno canadiense para producir
cannabis, han estado trabajando a marchas forzadas en las últimas semanas, para
producir la máxima cantidad posible de marihuana».
En
los Países Bajos, la política sobre drogas es sutilmente tolerante con dos
listas de narcóticos; Estados Unidos posee cinco «programas» en su Ley de
Sustancias Controladas y en el Reino Unido existen tres categorías.
Al
grito de “liberen a María”, hay quien ya abogó, desde nuestra realidad, por su
derecho a consumir barato, recreativa, legal, y cómodamente. Unos cuantos
aplaudieron, acariciando algún bolsillo secreto; otros tantos callaron, por ver
qué pasaba, porque más que un derecho a drogarse, la cuestión era pulsar al
“poder”.
A
la mayoría ―sucedió en medio de un concierto dedicado a “Los Cinco”― el grito
sonó oportunista y festinado y, por lo mismo, presuntuoso e irresponsable.
El
Estado cubano, en cambio, ha ratificado su voluntad y la de varias
instituciones del país de continuar con la política de Tolerancia Cero, ante el
consumo de estupefacientes.
Las duras y las
blandas.
Según
la Organización Mundial de la Salud (OMS), droga es «toda sustancia que
introducida en un organismo vivo por cualquier vía (inhalación, ingestión,
intramuscular, endovenosa) es capaz de actuar sobre el Sistema Nervioso Central
(SNC), provocando una alteración física y/o psicológica, la experimentación de
nuevas sensaciones o la modificación de un estado psíquico, es decir, capaz de
cambiar el comportamiento de la persona, y que posee la capacidad de generar
dependencia y tolerancia en sus consumidores».
Las
terminologías tienden a etiquetar en el intento de hacer más potable los
discursos. En el propósito de subrayar las sutilezas, corren el riesgo de
banalizar las interpretaciones. Pero la culpa no la tienen las clasificaciones,
sino los análisis y sobre todo los “analizadores”.
La
distinción entre drogas duras y blandas intenta diferenciar las psicoactivas,
psicodisléptica ―distorsionan la percepción de la realidad―, adictivas sin
remedio y dañina en sus efectos a corto plazo y las que supone placer y efectos
estimulantes, sin que los daños sean inmediatos e irreversibles.
El
tabaco es considerado por muchos una droga “blanda”, pero cada vez más países
restringen las aéreas públicas para fumar. Tal vez el tabaco no resulta el
problema sino el tabaquismo. El alcohol no está dentro de las duras, pero
incide en más de 25 mil muertes al año.
Aunque
el ítem está en discusión científica, se afirma que es la única que provoca la
muerte por abstinencia.
Si
la cuestión fuera un referendo ¿el 70 % de los cubanos se mostrarían en contra
de las drogas? Probablemente sí. Socialmente estamos condicionados por la idea
de una vida sana desde la prevención, con plena conciencia de los actos.
Un
debate pudiera despejar dudas; pero una discusión sin fundamentos, desde el
análisis científico, social y humano, es estéril.
El
peso de la responsabilidad, a la hora de las decisiones, implica entender las
consecuencias, también más allá de las narices y los contextos.
Drogas Duras
·
Heroína. La más peligrosa y
adictiva.
·
Cocaína. Muy adictiva.
·
Crack. Muy adictiva. Alto riesgo sanitario y
social.
Drogas situadas en
un limbo difuso entre el grado de adicción que provocan y los daños que
generan.
·
Cannabis
(mariguana).
·
Ketamina.
·
Anfetaminas. drogas sintéticas;
potentes acelerantes del sistema nervioso. El término engloba a varias
sustancias con origen común y similares efectos.
·
Esteroides
Anabolizantes
aunque entran en el debate de si son duras o no, en el deporte la mayoría son
ilegales e incluso para muchos van contra la ética y subrayan el carácter
inmoral de obtener un lauro mediante el dopaje. Desde el punto de vista
médico supone alto riesgos a mediano y a largo plazo.
Drogas Blandas
·
Nicotina: Alcaloide en la
planta del tabaco. La droga legal “más potente que hay sobre la faz de la
tierra”.
·
Alcohol.
·
LSD Ácido lisérgico de producción sintética,
creada a partir de un hongo presente en el cornezuelo de centeno.
·
Café. Supuestamente la
más inocente, placentera y barata, pero…
|
[1] https://www.elperiodico.com/es/internacional/20181016/canada-legaliza-la-marihuana-7092797 (que reproduce una nota de EFE del
Martes, 16/10/2018 a las 22:39.)