sábado, 12 de marzo de 2011

Historias del fin del mundo


¿Quousque tandem?*
                                                                                                                                 Foto Elio Mirand
Sequías,  inundaciones, terremotos/maremotos, incendios — en pequeñas o grandes proporciones—, huracanes, tormentas solares, epidemias/pandemias, accidentes desastrosos —navales, aéreos, en industrias o en generadores de energía—; guerras imperiales  o fratricidas, terrorismo de estado o fundamentalistas, despojos, presiones, cabildeos, exclusiones  sociales, de género, raciales, religiosas, sexuales, económicas, comerciales, financieras…
En todas las anda el ser humano como gestor, promotor,  afectado o doliente.
Se estremece la tierra del sol naciente, y todos nos angustiamos ante tanta incertidumbre, mientras unos cuantos olvidaron las mismas circunstancias ocurridas hace pocos más de un año en Haití.
Algunos advirtieron ya  que la talla de las ovejas negras escocesas Soay, ha disminuido en un cinco por ciento en los últimas dos décadas por causa del cambio climático, pero la isla de Hirta, en el archipiélago escocés de St Kilda, es una tierra remota para muchos; otros anotan hoy que las abejas parecen extinguirse,  sin embargo para una parte de la humanidad  solo importa —y recuerdan—la magia de la miel, mientras obvian la advertencia que hace años hiciera la escritora Rachel Carson en su célebre Silent Spring: "La cuestión es si alguna civilización puede desencadenar una guerra implacable sin destruirse a sí misma y sin perder el derecho a llamarse civilización".
Tal vez tampoco se haya comprendido la esencia de la idea expresadas por  escritor cubano Alejo Carpentier en los últimos párrafos de su novela El Reino de este mundo.
 Carpentier auguraba que si es cierto que el hombre ansía una porción más allá de lo otorgado, también es cierto que debe conseguir, agobiado de penas y de tareas, su máxima medida y grandeza en el reino de este mundo.
Víctima o victimario —nunca se sabe donde comienza una y termina el otro— esperamos inquietos de un día a otro un fin del mundo que probablemente nunca llegué, quizás no en la forma que muchos se ha imaginado, o porque no hayamos  comprendido que lo estamos provocando y padeciendo todos los días.
Mientras tanto somos parte de la construcción de la historia en una trama  de la que somos protagonistas, sin saber cómo o hasta cuándo.
Con todo, no se trata de trascurrir por la vida, como el sublime Prometeo, abrumados de condenas y de faenas perpetuas por una culpa eterna, sino de entender la vida en la tierra como el premio de hacerla a pesar de todo.
Quousque tandem:¿ hasta cuándo?


1 comentario:

Anónimo dijo...

Esto ya esta planificado.,no se sabe el mes, el dia.,ni el ano.,pero ya estamos acercandonos.con la naturaleza no se puede.,el hombre ha podido transformarla., pero ella es mas fuerte,,difrutemos por lo que nos queda de vida.,