El Ojo Clínico
Le atribuyen al erudito y mediático oncólogo brasileño Drauzio Varella, una frase que bordea con gentileza la obscenidad. «En el mundo actual, se está invirtiendo cinco veces más en medicamentos para la virilidad masculina y silicona para mujeres, que en la cura del Alzheimer. De aquí a algunos años tendremos viejas de tetas grandes y viejos con penes duros, pero ninguno de ellos se acordará para qué sirven».
Fotos Jorgesariol y cortesía de la entrevistada
Si la dijo o no el célebre médico paulistano, la expresión da de lleno en el centro de un debate sobre la relación ciencia y sociedad.
El conocimiento, la ciencia y la tecnología ejercen tanta influencia social que modifican nuestras condiciones y percepciones de la vida, transformando el pensamiento. Cada nuevo pensamiento genera otra forma de adentrarse en ese conocimiento, en esa ciencia y en el uso de esa tecnología, que no son los cachivaches, sino los métodos, procedimientos y estructuración práctica de los «saberes universales».
Caso I
Un paciente llega con dificultad a la consulta. Los síntomas son variados: pérdida de fuerza en un brazo —tal vez también en una pierna— y falta de equilibrio/coordinación; se aprecia parálisis en la cara, dificultad para expresarse, entender lo que se le dice, y/o dificultad al caminar. El médico con solo auscultar al paciente sabe que está aquejado del temible Ictus, pero por si acaso ordena un examen a fondo porque advierte en el paciente una mirada recelosa. Solo cuando ve el montón de análisis de laboratorio y la cantidad de dispositivos «artefactuales» que le aplicarán, el doliente desistirá mentalmente en buscar una segunda opinión. Ambos —galeno y enfermo— solo confiarán en la ciencia y la tecnología.
Un paciente llega con dificultad a la consulta. Los síntomas son variados: pérdida de fuerza en un brazo —tal vez también en una pierna— y falta de equilibrio/coordinación; se aprecia parálisis en la cara, dificultad para expresarse, entender lo que se le dice, y/o dificultad al caminar. El médico con solo auscultar al paciente sabe que está aquejado del temible Ictus, pero por si acaso ordena un examen a fondo porque advierte en el paciente una mirada recelosa. Solo cuando ve el montón de análisis de laboratorio y la cantidad de dispositivos «artefactuales» que le aplicarán, el doliente desistirá mentalmente en buscar una segunda opinión. Ambos —galeno y enfermo— solo confiarán en la ciencia y la tecnología.
El caso —imaginado— es sencillo, comparado con otras dolencias que pudieran tener síntomas más equívocos. Sin embargo, el famoso Ojo Clínico que exhibían antaño los doctores en Medicina, como una suerte de poder-inspiración divina —pero basado en la práctica profesional y años de experiencia— cede el paso.
La joven doctora, Daimi Díaz Delgado, profesora y metodóloga de Grado Científico de la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM), admite la importancia del clínico, «aquel médico que tiene buen porte y aspecto, con un trato cordial con el paciente, que es capaz de sacarle la mayor cantidad de información a través de un interrogatorio y luego, guardando el pudor del ser humano, puede examinarlo físicamente, para identificar las afecciones que tiene».
Con los estudiantes de la ELAM esta percepción tiene doble importancia, en opinión de la Dra. Díaz Delgado: «Les enseñamos a usar la clínica por encima de todo. La mayoría de ellos provienen de comunidades indígenas, rurales, donde no hay accesibilidad ni económica ni geográfica a instituciones con algún tipo de desarrollo científico-tecnológico.
«Cuando estudié Medicina, mis profesores me formaron en esta línea también; provengo del Hospital Universitario Calixto García y allí eran muy exigentes en este sentido.
«Lamentablemente desde hace mucho tiempo sucede que a la consulta llega un paciente —da igual como llegue— y en muchos casos el médico no se levanta a saludar; ni le mira a los ojos. Lejos de prestar atención a la voz, a los gestos del enfermo, el médico involuntariamente está llenando las órdenes para realizar complementarios que dirán poco o causarán insatisfacción porque o bien no se realizan en el policlínico o no habrá reactivos para hacerlos».
Caso II
Un eminente cirujano en un quirófano virtual, interviene a un enfermo que está «en las últimas», a 17 mil 175 kilómetros, al otro lado del mundo. La maravilla de la modernidad hace que la operación sea un éxito. El paciente sobrevive. El dueto ciencia-tecnología, más incontestable que un Papa, ha resuelto —a distancia— uno de los misterios de la vida, gracias a la bioingeniería, a la cibernética, a la fibra óptica, a Internet, a la televisión por cable, al control remoto y… al montón de billetes constantes y sonantes que presupone el gasto en equipamiento electrónico y personal —ni médico ni paramédicos— que han intervenido en la operación.
Un eminente cirujano en un quirófano virtual, interviene a un enfermo que está «en las últimas», a 17 mil 175 kilómetros, al otro lado del mundo. La maravilla de la modernidad hace que la operación sea un éxito. El paciente sobrevive. El dueto ciencia-tecnología, más incontestable que un Papa, ha resuelto —a distancia— uno de los misterios de la vida, gracias a la bioingeniería, a la cibernética, a la fibra óptica, a Internet, a la televisión por cable, al control remoto y… al montón de billetes constantes y sonantes que presupone el gasto en equipamiento electrónico y personal —ni médico ni paramédicos— que han intervenido en la operación.
«Evidentemente —reconoce la Dra. Daimi— la ciencia y la tecnología son de enorme utilidad, como complemento de un diagnóstico. No serán la solución de todos los problemas. Lo más importante seguirá siendo evitar llegar hasta allí. Cuando un paciente sufre un ictus o un accidente cerebrovascular, ¿qué más pudiera aportar realizarle un TAC o una resonancia? ¿Qué puede importar cuando el daño ya está? Lo fundamental es trabajar para evitar que esto suceda.
«Hablamos de prevención, pero ¿la practicamos? No creo; seguimos haciendo medicina curativa por encima de todas las demás prácticas establecidas por el Sistema Nacional de Salud».
«Hablamos de prevención, pero ¿la practicamos? No creo; seguimos haciendo medicina curativa por encima de todas las demás prácticas establecidas por el Sistema Nacional de Salud».
A grandes males grandes remedios, dice un proverbio, pero la ciencia y la tecnología no pueden servir para atajar los daños que el ser humano se hace o para sustituir las más sencillas rutas en el tránsito de la vida.
El ECRI Institute, (Pennsylvania, EE UU) publicó un trabajo en el mes de septiembre de 2010, sobre lo que «consideraban, según estadísticas, como los diez mayores peligros de la tecnología» aplicada en la Medicina. Aquí va un breviario. Sin embargo, el mayor peligro sigue siendo el error humano.
1. Contaminación cruzada por endoscopios flexibles Tales incidentes casi siempre se asocian con «la falla de no seguir las directrices establecidas de limpieza y desinfección/esterilización, o con el uso de equipos dañados o que funcionan mal». 2. Peligros de las alarmas Las alarmas clínicas, que advierten a los cuidadores sanitarios de los peligros. Pero sus límites no están establecidos adecuadamente, entonces los pacientes se encuentran en riesgo. 3. Incendios quirúrgicos Un componente de la mayoría de los incendios quirúrgicos es la presencia de una «atmósfera enriquecida con oxígeno en el sitio quirúrgico o cerca de este, lo que puede incrementar las posibilidades de un incendio». 4. Dosis de radiación en tomografía computarizada La tomografía computarizada (TC) es rápida, confiable y conveniente hasta tal punto, que su dosis de rayos X, comparativamente alta, «solo comenzó a recibir una atención importante hace poco. Esta dosis puede plantear un riesgo significativo de cáncer». 5. Pinchazos y otras lesiones por objetos cortopunzantes No solo los clínicos están en riesgo. Todos pueden resultar lesionados por una aguja o por otro objeto cortopunzante y a la exposición a agentes patógenos, que se transmiten por vía sanguínea, tales como el VIH o el virus de la hepatitis B o C. 6. Problemas con equipos y sistemas computarizados Los computadores se han convertido en un componente cada vez más integral y crítico de numerosos dispositivos médicos. «Si los sistemas y las interfaces están mal planificados, implementados o gestionados, pueden amenazar la seguridad del paciente y llevar a ineficiencias, interrupciones significativas de las operaciones e ingresos no capturados o perdidos». 7. Peligros de la grapadora quirúrgica Al igual que cualquier dispositivo médico, las grapadoras —puntos— ocasionalmente no funcionan según lo esperado. Aunque no todas las fallas le hacen daño al paciente, «el ECRI Institute tiene conocimiento de numerosos casos que han dado como resultado la prolongación de la cirugía, lesiones tisulares serias e incluso la muerte». 8. Objetos ferromagnéticos en el entorno de la resonancia magnética Los objetos ferromagnéticos hechos de materiales que se pueden magnetizar en presencia de un campo magnético externo, cuando se acercan demasiado a un escáner de RM, los dispositivos en apariencia inofensivos, como una silla de ruedas o un cilindro de gas, pueden convertirse en proyectiles potencialmente mortales, al precipitarse con gran fuerza en el túnel del imán. 9. Quemaduras con fuentes de luz de fibra óptica Las fuentes de luz de fibra óptica están diseñadas para iluminar los sitios de tratamiento a través de un número de dispositivos, entre ellos endoscopios, retractores y lámparas frontales. «Con frecuencia referidos como fuentes de luz “fría”, estos dispositivos son todo, menos eso». |
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