Manglares de gloria
Cuba,
tropical y caribeña, navega con su insularidad a cuesta y convive
con la biota asombrosa de sus manglares.
Aposentados
en el 4.8% de la superficie terrestre del territorio nacional,
además de sus virtudes ecológicas, los manglares ofrecen contradictorio
sustento al imaginario criollo: se le nombra en una zarzuela
y a pesar de haber hecho una agonía del desembarco de los
expedicionarios del Granma, comandado por Fidel Castro, sirvió a la vez de protección contra la
aviación que los hostigaba.
La
Habana era rica en manglares al interior de su bahía de bolsa. Cuando María la
O, personaje de la zarzuela homónima cantaba…«la mulata soy yo, que nací en El
Manglar y por eso soy flor de un aroma sin par»… se refería al contexto social
de un humilde barrio del mismo nombre y en donde otrora florecieron ―en un
humedal también sin par― Avicennia germinans, Laguncularia racemosa, Rhizophora
mangle y la Conocarpus erectus, es decir mangle prieto, patabán, mangle rojo y
la yana, aunque esta última no es exactamente un mangle. Como sucede con el
ocuje, es especie considerada como «periferal».
No
es raro que antes de la fundación de la villa de San Cristóbal de La Habana, la
zona estuviera plena de Anolis jubarballaenarum, Cyclura nubila nubila y
Capromys pilorides, es decir, la altiva iguana, la sencilla lagartija de cresta
y la inquieta jutía conga.
Probablemente
campearan por su respeto dípteros, himenópteros y lepidópteros
―insectos miles― y especies acuáticas como el Trichechus
manatus y el Crocodylus acutus: ni más ni menos que elmanso
manatí y el belicoso cocodrilo.
Nada
queda de entonces. Hoy se asientan, en el mismo lugar, áreas industriales y
portuarias; una urbanización, con nutrido conglomerado humano ―variado entre
manso y belicoso― y una calle que para recordar su origen, de vez en vez se
encharca cuando el dios de la lluvia llora sobre algunas barriadas de El Cerro y
Centro Habana.
Los
manglares son áreas de bosques costeros, exuberantes y tupidos, propios de
zonas tropicales y subtropicales; se desarrollan principalmente en estuarios,
con acumulaciones de fango como sustrato,
igual en la ribera de los ríos como en la faja costera.
Precisan
de variaciones permanentes de salinidad; mezcla continúa de aguas continentales y marinas, lluvias elevadas, temperaturas altas
y poco variables ―mayores de 25º C―, así como notoria humedad
ambiental.
Sin
embargo son muy frágiles. Por ser ecosistemas altamente especializados,
comienzan a morir apenas cambia alguno de estos parámetros.
Paradójicamente, resultan una poderosa franja de bosques, protectora de las costas, con función ecológica y económica.
Paradójicamente, resultan una poderosa franja de bosques, protectora de las costas, con función ecológica y económica.
Los
expertos sostienen que defienden el equilibrio en la zona costera, al impedir
el avance de la intrusión salina. Impiden la erosión de la línea costera y protegen
así a la población, la infraestructura productiva y los cultivos agrícolas de
marejadas, tormentas tropicales y huracanes.
Son
magníficos ecosistemas protectores de la biodiversidad, como hábitat permanente
o temporal de especies «endémicas, raras, amenazadas o en peligro de
extinción».
Tiene
el valor agregado de servir, además, de trama ideal para las «pesquerías locales
controladas de especies comerciales capturadas in-situ» y de refugio de las
mismas en sus etapas de desarrollo. Son fuentes de recursos no pesqueros, de
madera de construcción, carbón, leña, taninos y productos no maderables.
Finalmente,
algunos autores le adjudican valor estratégico, pensando en su capacidad a
largo plazo para captar y acumular carbono atmosférico, con efectos globales y
también como sitios potenciales para el turismo.
Cargos y descargos
de conciencia
Cuentan
que el hermosísimo ecosistema Cayo Sabinal, con un área de 335 km², y parte
integrante del Archipiélago Sabana-Camagüey, posee un 34% de su territorio pleno
de las llamadas «costas biogénicas» ―17 km―, habitadas generalmente por el mangle.
A 25 km aproximadamente de la ciudad de Nuevitas, Cayo Sabinal se conecta
mediante uno de los primeros pedraplenes construidos en Cuba ―1974― y que
adoleciera de varias deficiencias en su proyección.
Según
estudios realizados por un grupo de estudios de medioambiente de la
Universidad de Camagüey, se demostró que la falta de previsión y de criterios ecológicos
provocó la muerte de más de 10 kilómetros de mangle, al interrumpir el flujo de
agua que llenaba las lagunas y esteros, pobladas de diferentes tipos de mangle.
Once
pasos de agua fueron bloqueados totalmente u obstruidos parcialmente, por lo
que aumentó la salinidad, causa principal de la muerte del manglar.
Más
de 80 especies de aves, registradas como comunes en los ecosistemas de manglar,
vieron su hábitat fragmentado, con efecto negativo
en su reproducción.
En el extremo occidental de la isla, a unos 600 km, otro grupo de expertos se dedicaban a observar la abundancia y selección de refugios de jutías congas, en manglares en su relación con los efectos antrópicos de los humanos.
El
estudio se dedicó a observar hábitats de tres localidades ―Carabelita, Palma
Sola y Bolondrón―, en la Reserva de la Biosfera Península de Guanahacabibes,
donde son abundantes estos animalitos, para determinar el grado de selectividad
que tiene en relación de tres especies de árboles de los manglares, utilizados como
refugio diurno.
Según
la observación, en el caso del Patabán, los datos siempre eran de 1 ó 2 jutías
por árbol, independiente de la localidad.
El
número de jutías por árbol crecía con el aumento del diámetro a la
altura de 1,30 m de las yanas.
Para
los naturalistas entre los varios patrones ecológicos que se han encontrado en
las poblaciones de jutía conga, uno de ellos se refiere a la densidad.
Este
parámetro, en poblaciones de jutías conga, de bosque no supera los valores de
alrededor de 10 ejemplares adultos por hectárea,
mientras en las cayerías de mangle, los valores oscilan de una media de 20/ha
(cayería de costa norte), a una de 90 (cayería sur de Camagüey).
Evidentemente,
las jutias consideran que mientras más lejos estén de los humanos, mejor. Y los
manglares resultan sitios ideales…aún.
Entre
las importantes áreas protegidas de Cuba se encuentra los humedales y por
extensión, los manglares.
Estos
últimos están presentes en el 70% de nuestras costas; andan desparramado en 5,321
Km.2 de superficie del país, acompañando a los 3,200 Km de longitud, que cubren
los arrecifes de Coral, otra de las grandes fortificaciones de la biota cubana.
Pudiera
ser que un día…