miércoles, 13 de abril de 2016

Sistema Nacional de Areas Protegidas



¡Que valga la pena! 
El presente trabajo fue premio en la categoria SNAP del concuro de periodismo sobre
 ciencia "Gilberto Caballero 2015"

                                                                                              Fotos: Ismael Almeida

Un original pecado, nacido tal vez del movimiento desarrollista de la revolución industrial, parece condenarnos hoy a esta vida light de sexo con condón y naturaleza al modo «se mira pero no se toca». Pero hay quienes se niegan al fatalismo y aterrizan acciones para la conservación armónica y equilibrada de los valores naturales, históricos y culturales de los ecosistemas.

En el camino al desarrollo sostenible, se trata de hallar equilibrio en la biodiversidad, en la que deben coexistir humanos y naturaleza: unos buscan el bienestar; la otra, en perdurar a pesar de todo. La idea de proteger el medio ambiente no puede constituir una tendencia «museable».



Un pensamiento sostenible aconseja producir. El mismo pensamiento propone ofrecer servicios para la felicidad, que traducido al tema en cuestión pudiera ser turismo —también nacional— de naturaleza.

Pero la isla asombrosa que es Cuba necesita —entre otros muchos detalles— de una conciencia social, para hacer de su geografía un escenario ideal de ecoturismo —desde el senderismo al turismo de salud—, al compás de «Conozca Cuba primero y al extranjero después».

Desde luego, vocación tal cuesta dineros, políticas y voluntades. Y sobran políticas y voluntades. La estructura existe. Hay 211 áreas protegidas identificadas en el país, clasificadas en Áreas Protegidas de Significación Nacional —77—, Áreas Protegidas de Significación Local —134—y Regiones Especiales de Desarrollo Sostenible. Solo 120 están administradas con manejo efectivo.

Para la gestión de los recursos se subdividen en Reserva Natural, Parque Nacional, Reserva Ecológica, Elemento Natural Destacado, Refugio de Fauna, Reserva Florística Manejada, Paisaje Natural Protegido y Área Protegida de Recursos Manejados.

Estas maravillas, que no siempre podemos ver, constituyen el 20,20% del total del territorio nacional. El 24,96% pertenece a la plataforma insular—marino/costera— y el 17,16% es superficie terrestre.

Una propuesta soñada pretende incrementar las áreas marinas. En coadministración con el Cuerpo de Guardabosques, del SNAP emplea la tercera red de comunicación más potente del país, en la banda de los 7 metros de onda corta.

De tácticas y estrategias

La ONU declaró al 2014 como el «Año Internacional de las Naciones Unidas sobre los Pequeños Estados Insulares en Desarrollo».

Cobijo de 63,2 millones de personas, estos países son guardianes del 30% de las 50 zonas económicas exclusivas más destacadas del mundo. La región del Caribe — una de las más visitadas del planeta— recibe cada año 21 millones de visitantes, según datos de la Naciones Unidas.

Además de ser territorios muy vulnerables a consecuencias del cambio climático, tienen un peligro adicional: en pequeños espacios es enorme la antropización, perturbando un escenario que la naturaleza ha necesitado millones de años en modelar.

El 78,6% de las áreas protegidas aprobadas por el Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros (81 áreas) se gestionan mediantes planes de manejo y planes operativos actualizados. Otro 20,3% (21 áreas) se gestiona mediante Planes Operativos Especiales, pues son áreas que hace menos de dos años fueron aprobadas legalmente.

Las principales dificultades afloran en la necesidad de financiamiento. Sin embargo, «El desabastecimiento de los suministradores nacionales —han dicho los directivos de SNAP— limita o hace muy difícil la ejecución financiera de los proyectos internacionales». Urge además aterrizar el marco legal, aplicable al sistema nacional de áreas protegidas, ante la carencia de capítulos para los delitos ambientales en el código penal.

¿Habrá total comprensión a nivel macrosocial sobre la importancia de las áreas protegidas, en lo ambiental económico, social, estratégico y de seguridad nacional?

Los sueños a veces son monumentales.



viernes, 25 de marzo de 2016

Amores simultáneos




Rolling Stones, en el horizonte habanero
                                                 Foto Archivo Alma Mater
Lejos en el tiempo, me veo a mí mismo en  un pre-adolescente que rogaba a San Gandongo que el pelo me creciera por minutos antes de que llegara el sábado siguiente.
Por entonces se consideraba que escuchar música en inglés, sobre todo rock, era antipatriótico y tener el pelo largo era diversionismo ideológico y síntoma debilidad sexual, aunque ya desde entonces las muchachas entraban en nuestro imaginario, como el súmmum de la gloria, para instalarse luego de por vida. Y ahí siguen, aun cuando ya veamos también en el horizonte la jubilación, laboral, se entiende.
Yo, confieso, en los 60 era de los seguidores de The Beatles y luego en los 70 de Led Zeppelin, y más tarde de Pink Floyd. No era fan de   los Rolling, aunque rugía de vez en vez, en pésimo inglés y terriblemente  desafinado aquello de ay-can-get-nou-sa-tis-fa-chión y trataba de agitar los pelos que, de tan cortos, no se movían ni con un huracán categoría cinco.
En aquel momento eran muchos los cánones que categorizaban la condición de penetrado cultural, la que muchos esquivábamos con inquietud, porque amábamos… y seguimos amando… muchas cosas que entraban en dolorosa contradicción y no veíamos en aquel tiempo, como tampoco ahora, nada que nos apartara de tantos amores simultáneos.
Entre aquellos amargos tabúes estaba escuchar a los Stones.
Y he aquí y ahora que  más de 50 años después, unas 500 toneladas de equipamiento llegaron a La Habana, como parte de la parafernalia para asegurar un concierto de los septuagenarios rockeros, que se van a subir a un escenario de unos 20 metros de alto por 80 de largo, para “sonar” con la misma energía y la misma gana de vivir que sus admiradores, con edades, tendencias, modas, gustos e intereses distintos, sepan inglés o no.
Años después, en mis inolvidables años universitarios integré una banda ──lo mismo estremeciendo la batería o empuñando las maracas──, variada en su repertorio y audaz en sus propuestas, que asumía igual el sabor Matamoros y la esencia GESI*, con un discreto tono rockero.

Para la fecha, Rolineston estaba en mi Olimpo propio, con menos prudencia en el imaginario sociopolítico, como el pelo largo, el inglés y los amores luminosos con muchachas  audaces.
En breve los músicos británicos estarán desbordando la Ciudad Deportiva.  
De cómo fue espero saber decirles cuando viva esas horas en las que sigo teniendo los mismos amores simultáneos, los que, a pesar de todo, nunca entraron en contradicciones.

*GESI: Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC

martes, 2 de febrero de 2016

2 de febrero Dia Mundial de los Humedales



Manglares de gloria


Cuba, tropical y caribeña, navega con su insularidad a cuesta y convive con la biota asombrosa de sus manglares.

Aposentados en el 4.8% de la superficie terrestre del territorio nacional, además de sus virtudes ecológicas, los manglares ofrecen contradictorio sustento al imaginario criollo: se le nombra en una zarzuela y a pesar de haber hecho una agonía del desembarco de los expedicionarios del Granma, comandado por Fidel Castro, sirvió a la vez de protección contra la aviación que los hostigaba.

La Habana era rica en manglares al interior de su bahía de bolsa. Cuando María la O, personaje de la zarzuela homónima cantaba…«la mulata soy yo, que nací en El Manglar y por eso soy flor de un aroma sin par»… se refería al contexto social de un humilde barrio del mismo nombre y en donde otrora florecieron ―en un humedal también sin par― Avicennia germinans, Laguncularia racemosa, Rhizophora mangle y la Conocarpus erectus, es decir mangle prieto, patabán, mangle rojo y la yana, aunque esta última no es exactamente un mangle. Como sucede con el ocuje, es especie considerada como «periferal».

No es raro que antes de la fundación de la villa de San Cristóbal de La Habana, la zona estuviera plena de Anolis jubarballaenarum, Cyclura nubila nubila y Capromys pilorides, es decir, la altiva iguana, la sencilla lagartija de cresta y la inquieta jutía conga.

Probablemente campearan por su respeto dípteros, himenópteros y lepidópteros ―insectos miles― y especies acuáticas como el Trichechus manatus y el Crocodylus acutus: ni más ni menos que elmanso manatí y el belicoso cocodrilo.

Nada queda de entonces. Hoy se asientan, en el mismo lugar, áreas industriales y portuarias; una urbanización, con nutrido conglomerado humano ―variado entre manso y belicoso― y una calle que para recordar su origen, de vez en vez se encharca cuando el dios de la lluvia llora sobre algunas barriadas de El Cerro y Centro Habana.

Los manglares son áreas de bosques costeros, exuberantes y tupidos, propios de zonas tropicales y subtropicales; se desarrollan principalmente en estuarios, con acumulaciones de fango como sustrato, igual en la ribera de los ríos como en la faja costera.

Precisan de variaciones permanentes de salinidad; mezcla continúa de aguas continentales y marinas, lluvias elevadas, temperaturas altas y poco variables ―mayores de 25º C―, así como notoria humedad ambiental.

Sin embargo son muy frágiles. Por ser ecosistemas altamente especializados, comienzan a morir apenas cambia alguno de estos parámetros.



 Paradójicamente, resultan una poderosa franja de bosques, protectora de las costas, con función ecológica y económica.

Los expertos sostienen que defienden el equilibrio en la zona costera, al impedir el avance de la intrusión salina. Impiden la erosión de la línea costera y protegen así a la población, la infraestructura productiva y los cultivos agrícolas de marejadas, tormentas tropicales y huracanes.

Son magníficos ecosistemas protectores de la biodiversidad, como hábitat permanente o temporal de especies «endémicas, raras, amenazadas o en peligro de extinción».

Tiene el valor agregado de servir, además, de trama ideal para las «pesquerías locales controladas de especies comerciales capturadas in-situ» y de refugio de las mismas en sus etapas de desarrollo. Son fuentes de recursos no pesqueros, de madera de construcción, carbón, leña, taninos y productos no maderables.

Finalmente, algunos autores le adjudican valor estratégico, pensando en su capacidad a largo plazo para captar y acumular carbono atmosférico, con efectos globales y también como sitios potenciales para el turismo.

Cargos y descargos de conciencia
Cuentan que el hermosísimo ecosistema Cayo Sabinal, con un área de 335 km², y parte integrante del Archipiélago Sabana-Camagüey, posee un 34% de su territorio pleno de las llamadas «costas biogénicas» ―17 km―, habitadas generalmente por el mangle. A 25 km aproximadamente de la ciudad de Nuevitas, Cayo Sabinal se conecta mediante uno de los primeros pedraplenes construidos en Cuba ―1974― y que adoleciera de varias deficiencias en su proyección.

Según estudios realizados por un grupo de estudios de medioambiente de la Universidad de Camagüey, se demostró que la falta de previsión y de criterios ecológicos provocó la muerte de más de 10 kilómetros de mangle, al interrumpir el flujo de agua que llenaba las lagunas y esteros, pobladas de diferentes tipos de mangle.

Once pasos de agua fueron bloqueados totalmente u obstruidos parcialmente, por lo que aumentó la salinidad, causa principal de la muerte del manglar.

Más de 80 especies de aves, registradas como comunes en los ecosistemas de manglar, vieron su hábitat fragmentado, con efecto negativo en su reproducción.


En el extremo occidental de la isla, a unos 600 km, otro grupo de expertos se dedicaban a observar la abundancia y selección de refugios de jutías congas, en manglares en su relación con los efectos antrópicos de los humanos.

El estudio se dedicó a observar hábitats de tres localidades ―Carabelita, Palma Sola y Bolondrón―, en la Reserva de la Biosfera Península de Guanahacabibes, donde son abundantes estos animalitos, para determinar el grado de selectividad que tiene en relación de tres especies de árboles de los manglares, utilizados como refugio diurno.

Según la observación, en el caso del Patabán, los datos siempre eran de 1 ó 2 jutías por árbol, independiente de la localidad.

El número de jutías por árbol crecía con el aumento del diámetro a la altura de 1,30 m de las yanas.

Para los naturalistas entre los varios patrones ecológicos que se han encontrado en las poblaciones de jutía conga, uno de ellos se refiere a la densidad.

Este parámetro, en poblaciones de jutías conga, de bosque no supera los valores de alrededor de 10 ejemplares adultos por  hectárea, mientras en las cayerías de mangle, los valores oscilan de una media de 20/ha (cayería de costa norte), a una de 90 (cayería sur de Camagüey).

Evidentemente, las jutias consideran que mientras más lejos estén de los humanos, mejor. Y los manglares resultan sitios ideales…aún.

Entre las importantes áreas protegidas de Cuba se encuentra los humedales y por extensión, los manglares.

Estos últimos están presentes en el 70% de nuestras costas; andan desparramado en 5,321 Km.2 de superficie del país, acompañando a los 3,200 Km de longitud, que cubren los arrecifes de Coral, otra de las grandes fortificaciones de la biota cubana.

Pudiera ser que un día…