Un link imprescindible
El Dr. en Ciencias Eduardo López Bastida, Profesor Titular de la
Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la universidad cubana Carlos Rafael Rodríguez, de la provincia de Cienfuegos posee una oralidad peculiar: la rapidez con que elabora sus ideas
desborda su locución. Y no tiene pelos en la lengua. Por algo su investigación Una mirada a América Latina desde la economía ecológica, fue premio del Concurso Internacional Pensar a Contracorriente
2012*.
«La economía tradicional —advierte López Bastida— se ocupa de leyes
reguladoras de la producción, distribución y consumo de las riquezas. Sin
embargo, ante el deterioro del medio ambiente y la
creciente desigualdad social, el sentido
común aconseja promover crecimiento económico, con equidad social y
sustentabilidad ambiental. Eso es desarrollo sostenible».
Sucede que en nuestras facultades de
Economía, desgraciadamente todo el contenido es netamente empresarial. A lo que
más se llega es a cursitos optativos para la educación ambiental.
Desde el punto de vista académico,
internacionalmente existen dos formas de enfrentar el dilema. Una prepara
ingenieros ambientales, a los que se les da un barniz de todo, mientras al
resto de las especialidades no se les ofrece nada. Significa crear
«contaminadores» y «descontaminadores». En Cuba, por el contrario, compartimos
la idea de dar a cada carrera fundamentos para entender el problema ambiental.
Desde luego, eso implica que el 100% de los
profesores debe tener una sólida formación ambientalista y solo el 50% del
claustro cubano entiende su importancia. Yo soy un ingeniero químico que
decidió dedicarse a entender y hacer entender la necesidad de nuevos
paradigmas. En nuestra facultad de Cienfuegos es propósito y sé de buenas
experiencias en Pinar del Río.
—¿Se admite ya la necesidad de una
«economía ecológica»?
Seguro. Es
una ciencia muy nueva empeñada en conectar lo ambiental, lo social y lo
ecológico. Te advierto: no se trata de renunciar a los recursos naturales. Hay
que hacer minería, pero sustentable. Conozco experiencias en Centroamérica
donde empresas mineras solo entregan el 1% de regalías para la protección del
medio ambiente. No estoy en contra de los biocombustibles; estoy en contra de
que predominen sobre la producción de alimentos.
—¿Qué tan
complicado puede ser el caso Cuba/desarrollo sostenible?
Es muy controvertido. Si comparamos los
índices internacionales, tenemos los mejores indicadores en equidad y en
sostenibilidad ambiental, pero ¡son tantos y disímiles los elementos para
evaluar la sustentabilidad! Si partimos de un parámetro establecido por la
Universidad de Yale, que titularon Índice de Desempeño Ambiental —muy riguroso—, en el 2010 teníamos el noveno lugar. En
el 2006, otro parámetro llamado Relación Huella Ecológica/Índice de Desarrollo
Humano —y que mide salud, esperanza de vida y Producto Interno Bruto—, situaba
a Cuba entre los 51 países con alto desarrollo humano, y por suerte con una
huella ecológica inferior a nuestra biocapacidad de carga. El resto de los 51
países tenían Índice de Desarrollo Humano ¡usando más de un planeta para
conseguirlo!
—Traduzcamos:
¿qué es «biocapacidad de carga»?
Biocapacidad
de carga es la tierra que nos toca; huella ecológica es la tierra que
utilizamos para reciclar desechos y para la vivienda; para producir alimentos
de origen animal y vegetal; espacio de mar para pesca; cantidad de CO2 que
generamos; consumo de combustible fósil y demás recursos naturales.
Todo eso es
huella ecológica. Si es superior a la biocapacidad de carga, las cosas irán
mal. Los países del Primer Mundo se exceden y la de Estados Unidos, por
ejemplo, es cinco veces más grande que la biocapacidad promedio ¡del planeta!, lo que simboliza políticas totalmente
insostenibles.
Ahora, la experiencia nuestra dice que
cada cubano necesita 1.9 hectáreas para vivir. Pero ese número por sí solo no
significa mucho. Hay que compararlo con la biocapacidad del archipiélago, es
decir, el área que tiene Cuba, entre sus habitantes. Cuando comparamos nuestra
huella ecológica con nuestra biocapacidad, ambas están en equilibrio.
El problema
es que no somos Brasil, Argentina o Venezuela, territorios inmensos, que pueden
darse lujo de tener
tierras ociosas; aquí importan porque no cuentan en la biocapacidad: Ni podemos
tener tampoco baja productividad, porque la biocapacidad depende de lo obtenido
de la tierra.
Si Cuba posee un millón de hectáreas de tierras ociosas; si la
productividad de la caña es de 30 toneladas por hectárea —en Guatemala es de 85
toneladas por hectárea—; si el rendimiento de la yuca es más bajo que el de
Haití, significa que la biocapacidad ha bajado a la mitad en 10 años. Elprimer reto ecológico de Cuba es, entonces,
aprovechar la tierra.
El segundo es
que la huella ecológica no contempla los recursos hidráulicos, por lo tanto hay
que pensar en otro concepto más: la huella hídrica, es decir, el consumo de
agua por persona. En este punto Cuba es el país de América Latina que deja
mayor huella hídrica, casi igual a la Estados Unidos, entre otras cosas porque
el 53% del agua se despilfarra por mal estado de las redes y de ello el 23% se bota
en las casas.
La cuestión
es que no existe una política estatal para evitarlo, porque reparar y comprar
lo necesario cuesta más de la mitad de un sueldo promedio.
Si a esto le agregas que por cada metro
cúbico de agua desperdiciada, se gastan 40 centavos de dólar —porque el agua
hay que bombearla con maquinaria que usa combustible fósil— hay que buscar una
solución urgente porque la cuenta daría miles de millones de pesos perdidos.
¡Escandaloso!
Ni hay economía ni hay ecología. ¿La solución será subvencionar los materiales
como concepción de la economía ecológica?
—Todo lo
anterior es escandaloso… ¿e insoluble?
La economía
ecológica está en total concordancia con los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución; sin
embargo, en ellos se habla poco de sostenibilidad, y en el fondo estoy de
acuerdo, porque nuestros problemas económicos son más graves que los problemas
de sustentabilidad. Si no resuelves unos no llegas a enfrentar los otros.
Mi temor es que cuando resolvamos nuestros problemas económicos —y estoy
convencido de que vamos a resolverlos— ¿seremos un país consumista? Temo que el
modelo de muchos jóvenes cubanos sea el de EE.UU.
— Que hayan premiado su investigación es un paso de avance... ¿O no?
Y está a
disposición de quien sea. Es pensar nada más y nada menos que en la unión de la
economía y la ecología. Espero que se publique en forma de libro y todos lo
puedan debatir.
*
El jurado, presidido por la argentina Estela Calloni, la
venezolana Alicia Herrera y la cubana María Elena Álvarez Acosta, destacó la
calidad y la variedad temática que caracterizaron a las 180 obras concursantes, de 20 países.