domingo, 18 de marzo de 2012

Economía ecológica

Un link imprescindible
El Dr. en Ciencias Eduardo López Bastida, Profesor Titular de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la universidad cubana Carlos Rafael Rodríguez, de la provincia de Cienfuegos posee una oralidad peculiar: la rapidez con que elabora sus ideas desborda su locución. Y no tiene pelos en la lengua. Por algo su investigación Una mirada a América Latina desde la economía ecológica, fue premio del Concurso Internacional Pensar a Contracorriente  2012*.


«La economía tradicional —advierte López Bastida— se ocupa de leyes reguladoras de la producción, distribución y consumo de las riquezas. Sin embargo, ante el deterioro del medio ambiente y la creciente desigualdad social, el sentido común aconseja promover crecimiento económico, con equidad social y sustentabilidad ambiental. Eso es desarrollo sostenible».



—¿Será que economía y ecológica resultan ámbitos mal conectados?

Sucede que en nuestras facultades de Economía, desgraciadamente todo el contenido es netamente empresarial. A lo que más se llega es a cursitos optativos para la educación ambiental.

Desde el punto de vista académico, internacionalmente existen dos formas de enfrentar el dilema. Una prepara ingenieros ambientales, a los que se les da un barniz de todo, mientras al resto de las especialidades no se les ofrece nada. Significa crear «contaminadores» y «descontaminadores». En Cuba, por el contrario, compartimos la idea de dar a cada carrera fundamentos para entender el problema ambiental. Desde luego, eso implica que el 100% de los profesores debe tener una sólida formación ambientalista y solo el 50% del claustro cubano entiende su importancia. Yo soy un ingeniero químico que decidió dedicarse a entender y hacer entender la necesidad de nuevos paradigmas. En nuestra facultad de Cienfuegos es propósito y sé de buenas experiencias en Pinar del Río.

 —¿Se admite ya la necesidad de una «economía ecológica»?

Seguro. Es una ciencia muy nueva empeñada en conectar lo ambiental, lo social y lo ecológico. Te advierto: no se trata de renunciar a los recursos naturales. Hay que hacer minería, pero sustentable. Conozco experiencias en Centroamérica donde empresas mineras solo entregan el 1% de regalías para la protección del medio ambiente. No estoy en contra de los biocombustibles; estoy en contra de que predominen sobre la producción de alimentos.

 —¿Qué tan complicado puede ser el caso Cuba/desarrollo sostenible?

Es muy controvertido. Si comparamos los índices internacionales, tenemos los mejores indicadores en equidad y en sostenibilidad ambiental, pero ¡son tantos y disímiles los elementos para evaluar la sustentabilidad! Si partimos de un parámetro establecido por la Universidad de Yale, que titularon Índice de Desempeño Ambiental —muy riguroso—, en el 2010 teníamos el noveno lugar. En el 2006, otro parámetro llamado Relación Huella Ecológica/Índice de Desarrollo Humano —y que mide salud, esperanza de vida y Producto Interno Bruto—, situaba a Cuba entre los 51 países con alto desarrollo humano, y por suerte con una huella ecológica inferior a nuestra biocapacidad de carga. El resto de los 51 países tenían Índice de Desarrollo Humano ¡usando más de un planeta para conseguirlo!

 —Traduzcamos: ¿qué es «biocapacidad de carga»?

Biocapacidad de carga es la tierra que nos toca; huella ecológica es la tierra que utilizamos para reciclar desechos y para la vivienda; para producir alimentos de origen animal y vegetal; espacio de mar para pesca; cantidad de CO2 que generamos; consumo de combustible fósil y demás recursos naturales.

Todo eso es huella ecológica. Si es superior a la biocapacidad de carga, las cosas irán mal. Los países del Primer Mundo se exceden y la de Estados Unidos, por ejemplo, es cinco veces más grande que la biocapacidad promedio ¡del planeta!, lo que simboliza políticas totalmente insostenibles.

Ahora, la experiencia nuestra dice que cada cubano necesita 1.9 hectáreas para vivir. Pero ese número por sí solo no significa mucho. Hay que compararlo con la biocapacidad del archipiélago, es decir, el área que tiene Cuba, entre sus habitantes. Cuando comparamos nuestra huella ecológica con nuestra biocapacidad, ambas están en equilibrio.

El problema es que no somos Brasil, Argentina o Venezuela, territorios inmensos, que pueden darse lujo de tener tierras ociosas; aquí importan porque no cuentan en la biocapacidad: Ni podemos tener tampoco baja productividad, porque la biocapacidad depende de lo obtenido de la tierra.

Si Cuba posee un millón de hectáreas de tierras ociosas; si la productividad de la caña es de 30 toneladas por hectárea —en Guatemala es de 85 toneladas por hectárea—; si el rendimiento de la yuca es más bajo que el de Haití, significa que la biocapacidad ha bajado a la mitad en 10 años. Elprimer reto ecológico de Cuba es, entonces, aprovechar la tierra.

El segundo es que la huella ecológica no contempla los recursos hidráulicos, por lo tanto hay que pensar en otro concepto más: la huella hídrica, es decir, el consumo de agua por persona. En este punto Cuba es el país de América Latina que deja mayor huella hídrica, casi igual a la Estados Unidos, entre otras cosas porque el 53% del agua se despilfarra por mal estado de las redes y de ello el 23% se bota en las casas.

La cuestión es que no existe una política estatal para evitarlo, porque reparar y comprar lo necesario cuesta más de la mitad de un sueldo promedio.

Si a esto le agregas que por cada metro cúbico de agua desperdiciada, se gastan 40 centavos de dólar —porque el agua hay que bombearla con maquinaria que usa combustible fósil— hay que buscar una solución urgente porque la cuenta daría miles de millones de pesos perdidos.

 ¡Escandaloso! Ni hay economía ni hay ecología. ¿La solución será subvencionar los materiales como concepción de la economía ecológica?

 —Todo lo anterior es escandaloso… ¿e insoluble?

La economía ecológica está en total concordancia con los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución; sin embargo, en ellos se habla poco de sostenibilidad, y en el fondo estoy de acuerdo, porque nuestros problemas económicos son más graves que los problemas de sustentabilidad. Si no resuelves unos no llegas a enfrentar los otros.

Mi temor es que cuando resolvamos nuestros problemas económicos —y estoy convencido de que vamos a resolverlos— ¿seremos un país consumista? Temo que el modelo de muchos jóvenes cubanos sea el de EE.UU.

 — Que hayan premiado su investigación es un paso de avance... ¿O no?

Y está a disposición de quien sea. Es pensar nada más y nada menos que en la unión de la economía y la ecología. Espero que se publique en forma de libro y todos lo puedan debatir.


*  El jurado, presidido por la argentina Estela Calloni, la venezolana Alicia Herrera y la cubana María Elena Álvarez Acosta, destacó la calidad y la variedad temática que caracterizaron a  las 180 obras concursantes, de 20 países.