Incertidumbres en el terecer milenio
En muchos países desarrollan una fiesta de homenaje a la Tierra cada 22 de abril. Las Naciones Unidas, en cambio, celebran oficialmente el Día de la Tierra en el equinoccio de primavera (21 de marzo). En una cuestión particular sí parece encontrarse consenso: ambas fechas, resultan buenos momentos para encontrarse y reflexionar —entre otros temas vitales— sobre la importancia del líquido elemento para la humanidad.
Fotos Jorge Sariol
Las sospechas comienzan a tomar forma: las guerras del futuro no serán por el petróleo, sino por el agua. Quien piense lo contrario, deberá ir cambiando de opinión. Algunos escépticos desestiman la idea creyéndola solo una profecía equívoca o, cuando más, una forma de llamar la atención sobre la naturaleza en medio de los conflictos contemporáneos; esto no sería tan malo si no fuera porque el futuro está peligrosamente cerca y el presente actúa sin contemplaciones.
Las sospechas comienzan a tomar forma: las guerras del futuro no serán por el petróleo, sino por el agua. Quien piense lo contrario, deberá ir cambiando de opinión. Algunos escépticos desestiman la idea creyéndola solo una profecía equívoca o, cuando más, una forma de llamar la atención sobre la naturaleza en medio de los conflictos contemporáneos; esto no sería tan malo si no fuera porque el futuro está peligrosamente cerca y el presente actúa sin contemplaciones.
El V Foro Mundial del Agua (Turquía, 2009), cerró sus puertas con la oposición de 25 países contrarios a admitir la declaración ministerial, que reconocía el agua como una «necesidad humana básica», opinión respaldada por países tan distintos como Estados Unidos, Francia y Brasil.
Entre los opuestos estaban naciones —también distintas y con diferentes intereses— como España, Chile, Paraguay, Guatemala, Honduras, Panamá, Ecuador, Bolivia, Venezuela y Cuba. Parecía tratarse de una simple sutileza del lenguaje, pues en verdad el agua resulta una necesidad realmente básica, pero la negativa de los 25 iba más lejos al exigir en la letra del documento «el acceso al agua potable y el saneamiento de las fuentes como un derecho humano básico». La diferencia les pareció un simple matiz a la mayoría, y el foro no incluyó el reclamo.
Sin embargo, de la «necesidad» al «derecho» pudiera haber un gran trecho que acaso muchos nunca puedan recorrer; significa que si llega a ser considerada en el futuro una propiedad privada o parte de la esfera de interés de poderosos emporios, es fácil adivinar qué va a pasar.
Buena parte de los expertos han recordado una sencilla realidad: las personas pueden vivir hasta 30 días sin comida, pero solo siete sin agua. Aseguran que de toda el agua del planeta, tan solo el 2% es bebible. Según estimados, más de mil millones de personas carecen de acceso a agua potable y dos mil 500 millones no la tienen para servicios sanitarios, cuando el 80% de todas las enfermedades surgen por empleo de agua contaminada. El planeta tiene hoy seis mil 500 millones de personas y la demanda de agua se elevará a 64 millones de metros cúbicos al año. Si en verdad la agricultura consume el 70% del agua disponible, la industria un 20% y el sector doméstico solo un 10%, es fácil reconocer la dirección por donde irá el mundo en las próximas tres décadas, si para entonces existe el mundo.
Dos años después de aquella cita planetaria en Constantinopla, la Asamblea General de la ONU reconoció —28 de julio de 2010— el acceso al agua potable como un derecho humano básico e instó a garantizar que las personas puedan ejercerlo.
Problema I: la humanidad está ciertamente en menos capacidad de aprovechar y manejar los recursos hidráulicos; demasiados territorios del orbe padecen de sequía extrema y otros tantos sufren inundaciones catastróficas. En ambos casos el resultado sigue siendo el mismo: hambre y muerte.
Caso Cuba
A Cuba le urge encontrar soluciones premiantes para el manejo del líquido vital en campos y ciudades.
En zonas urbanas la situación obliga al desarrollo de un programa nacional de «rehabilitación de redes, acueductos y alcantarillado hasta la vivienda, con el objetivo de disminuir las pérdidas de agua en el mediano plazo, reduciendo consecuentemente el consumo energético e incrementando su reciclaje»1.
En el campo, gracias a una estrategia desarrollada con el triunfo de la Revolución, se propulsó la creación de embalses y represas para garantizar reservas para el consumo humano, el riego, evitar inundaciones y posibilitar la generación de energía eléctrica.
Los sistemas de regadío son más caros. En el caso de la agricultura altamente tecnifi cada, requieren de personal competente para conseguir entre un 15% y un 30% de efi ciencia y efi cacia, y casi todos necesitan de portadores energéticos para funcionar; según se dice gastan cerca del 30% del combustible usado en el sector.
En la llamada agricultura urbana, el dilema es más complejo, si cabe; ¿Usar agua destinada al consumo doméstico, en regar las parcelas?
«No hay un sistema de regadío mejor que otro», aseguran algunos.
La cuestión estriba en saber escoger el idóneo para cada cultivo y cada zona agrícola. La crítica más oída advierte de no correr riesgos al hacer un plan de inversión para regar suelos, incapaces de retribuir luego lo esperado2.
Las fuentes energéticas alternativas han sido usadas históricamente por los campesinos cubanos, entre ellas el riego por gravedad en zonas montañosas y el uso de molinos a viento en el llano.
Problema III: la producción agrícola a gran escala no se riega con variantes de pequeños agricultores y necesitan algo más que sistemas eólico-fotovoltaicos o el empleo de arietes hidráulicos.
La llamada agronomía convencional cubana, dependiente de mecanización y de combustibles fósiles, «cultivó»las famosas granjas estatales.
Constituían cerca del 60% de la tierra arable del país y precisaban de atención constante. Sin embargo, las transformaciones actuales sobre la explotación de la tierra, van cambiado las perspectivas.
No pocos investigadores —cubanos y extranjeros— insisten en un desarrollo de la agronomía cubana a microescala, con mayor grado de integración, más extendido por todo el país y con mejor empleo de técnicas posibles; de hecho, la mayoría lo ve como una necesidad funcional.
No obstante, en su forma orgánica y racional, le apremian además del riego, todos los métodos de cultivo agroecológico sin desechar siquiera la vermicultura3.
Problema IV: es que somos muchos para comer, aquí y ahora.
Para un grupo no despreciable, el verdadero desafío significa optimizar costos/producción para rentabilizar la agricultura.
El empleo de soluciones científico-tecnológicas inevitablemente deberá formar parte de una transformación del pensamiento social y no como simple escenario de actos, actores y artefactos.
El trabajo, que para casi todo el mundo es un «proceso por el cual los humanos median, regulan y controlan el intercambio material entre ellos mismos yla naturaleza», sería el password.
Problema general: la tierra espera; el problema es que no hay mucho tiempo.
1 Lineamientos Económicos y sociales
de la Revolución, capítulo correspondiente
a los recursos hidráulicos.
ítem 281
2 En los Lineamientos Económicos
y sociales de la Revolución, en el
capítulo correspondiente a los recursos
hidráulicos. ítem 280 se
explicita «…continuará desarrollándose
en el programa hidráulico con
inversiones de largo alcance para
enfrentar mucho más eficazmente
los problemas de la sequía y el uso
racional del agua en todo el país,
elevando la proporción del área
agrícola bajo riego».
3 Método que utiliza excreta de lombrices
como fertilizante para el suelo.